El agricultor Kléber de la Cruz recoge la fruta desde octubre, cuando comienza el ajetro en la comuna de Santa Elena. Foto: Mario Faustos / El Comercio.
La jornada en Juntas del Pacífico comienza cada día a las 05:00. A esa hora, las amas de casa preparan el desayuno. Café colado, pan, tortilla de verde o de maíz son la base para soportar la jornada en el campo.
Luego, en grupos familiares, la mayoría emprende una caminata que en algunos casos es en promedio de entre uno y dos kilómetros hacia las plantaciones de ciruelas (hobos, como se conoce en la Sierra).
En los alrededores de esta comuna, de la parroquia Julio Moreno de la provincia de Santa Elena, la recolección es la actividad ancestral del poblado. Ese movimiento es permanente durante los últimos cuatro meses del año cuando se cosecha la fruta.
Si los niños no están en clases acompañan a los adultos a esta tarea que ha caracterizado a sus pobladores desde antaño.
También son muy activos en la cosecha los ancianos de la comuna. Ellos, los dueños de las fincas, prefieren trabajar, pues a veces un jornalero cobra entre USD 10 y 15 por día.
Allí están los esposos Pedro de la Cruz, de 80 años, y su esposa Rosa Rivera, de 71, quienes madrugan todos los días a recoger ciruelas en su finca. Su rutina es de lunes a domingo, de 06:00 a 12:00. A ellos los acompaña Kléber de la Cruz, uno de sus siete hijos. A todos los sacaron adelante con la venta del fruto de la agricultura.
En las dos hectáreas de su finca, explica De la Cruz, se obtienen entre cinco y seis cajas diarias. Pero la ganancia la determina el precio del mercado, que imponen los mayoristas que llegan desde Guayaquil a adquirir el producto y que lo comercializan, además del Puerto Principal, en Santo Domingo, Quito, y la Sierra centro.
“Hasta hace 60 años lo que se cosechaba era para el consumo en casa y para enviarle a la familia. Pero la ciruela empezó a hacerse comercial y la gente en la comuna comenzó a sembrar más árboles. En esa época se sembraba también caña de azúcar, que se la molía para hacer raspadura, zapallo, maíz, paja de escoba”, dice Rivera.
Isidora Rivera, de 87 años, no solo participa de la recolección del fruto, como lo hace desde muy niña, cuando heredó la actividad de su padre. También trabaja en la elaboración de productos derivados.
Ella es una de las 15 mujeres de 60 integrantes de la Asociación de Derivados Don Ciruelo.“Antes hacíamos mermelada casera para la familia en leña. Ahora, tras varias capacitaciones y ayudas, lo hacemos en una cocina industrial. Nosotros ahora tomamos las ciruelas maduras para extraer el jugo, cuando antes se perdían al caer de los árboles. Las maduras no tenían precio, las pisábamos”, cuenta.
Su hijo Heriberto Salinas trabaja en una variedad de productos. Entre estos se cuentan algunos productos industrializados, como mermeladas, yogur, jugo, licor, dulces, manjar, torta, helados, entre otros.
Y en la reciente Feria de la Ciruela, en su edición vigésimo octava realizada el último feriado, un nuevo atractivo sumaron: seco de chivo, de venado y de res, así como carne apanada preparados con un condimento especial hecho a base de ciruela.
“Todos trabajamos en base a una sola marca, Don Ciruelo. Estamos por repetir la capacitación que en su momento nos hicieron la Universidad de Santa Elena y el Secap. Esta es una tradición de nuestros ancestros de la que queremos que las siguientes generaciones la sigan con todos los elementos modernos y no se pierda”, reflexiona Salinas.
Además, existe en el pueblo, la Asociación de Pequeños Productores de Ciruela Juntas del Pacífico, fundada en el 2005. Se calcula en 4 500 las hectáreas que se dedican al cultivo de la ciruela en la comuna.
En Juntas del Pacífico habitan unas 1 600 personas, pertenecientes a unas 350 familias. Por lo menos la mitad de los pobladores está relacionada con la siembra y cosecha de la ciruela.
Pasado el mediodía es hora de regresar al pueblo con lo recolectado. Varios camiones, llegados desde Guayaquil, esperan por la fruta para comercializarla en los mercados de varias provincias.