En la comunidad San Salvador, en Eloy Alfaro, solo hay escuela, por lo que los niños deben ir a la ciudad para la secundaria. Foto: EL COMERCIO
Marcel Bonilla. Redactor (F-contenido Intercultural)
Sobre las piernas de Medalfa De la Cruz reposa el borrador de su tesis de grado. A diario repasa su teoría sobre cómo posicionar una empresa productora de cacao en las comunidades chachis del norte de Esmeraldas.
Su proyecto lo ejecutará en su comunidad de Arenales, de donde es originaria , cuando regrese con el título de ingeniera comercial de la universidad.
La historia de De la Cruz es igual a la de muchos jóvenes chachis que salieron de sus pueblos para continuar sus estudios secundarios y superiores o para trabajar, según Luis Añapa Chapiro, exdirector de la Dirección Intercultural Bilingüe de Esmeraldas.
Provienen de los cantones San Lorenzo, Eloy Alfaro, Quinindé, Rioverde y Muisne.
Esa migración hizo que 80 familias se asentaran hace 10 años en la isla Luis Vargas Torres, en la capital esmeraldeña.
También, permitió que los chachis tuvieran un lugar donde vivir, mientras estudian. De la Cruz fue acogida por una tía.
Medalfa (no dio su apellido) es de la comunidad Arenales. Migró hace nueve años con sus padres y cinco hermanos para estudiar.
La primaria la terminó en la escuela de su comunidad. Ella es parte de más de 800 chachis que viven en la ciudad. En la provincia son 10 600 según el censo del 2010. Cerca de 150 jóvenes estudian en los colegios y 40 lo hacen en las dos universidades, según un subregistro de la Asociación de Jóvenes Chachis de Esmeraldas, explica Lugardo Añapa, presidenta de la organización.
Las carreras que eligen están vinculadas con la educación, banca y finanzas, turismo, informática, comercio exterior, administración de empresas y pocos ingenieros forestales.
En las comunidades Pichiyacu, Santa María, Loma Linda y Canandé, del cantón Eloy Alfaro, hay siete colegios que gradúan anualmente entre 200 y 260 bachilleres, de los cuales el 90% es chachi.
Más de la mitad se queda en sus comunidades para trabajar en el campo. Eso tiene una explicación, según Añapa: la falta de presupuesto para alquilar una casa en la ciudad.
Henry Añapa, de 24 años, llegó a la ciudad. Cursa el décimo ciclo de comercio exterior en la Pontificia Universidad Católica.
Quiere regresar a su comunidad Pintor, en el norte de Esmeraldas, para mejorar la producción de artesanías (bolsos, carteras y canastos), elaboradas por las mujeres de esas comunidades, y exportarlas.
Uno de los problemas que enfrentan los jóvenes en la ciudad es el idioma. Tatiana Chapiro ahora habla mejor el español y presenta las noticias en su idioma -chapalá- y español, en la radio Chachi.
En cambio, para Glendy Añapa fue complicado adaptarse. En diciembre sustentará su tesis para ser ingeniera comercial.
Según Jacinto Fierro, jefe de vinculación de la Católica, más chachis se preparan.
La Comisión Interventora de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres analiza incorporar el chapalá en la malla curricular y conocer más de esta cultura. La Asociación de Jóvenes Chachis presentó un listado con 72 aspirantes a ingresar a la Vargas Torres, por medio de becas. La institución presupuestó inicialmente cerca de USD 488 000.