Las tradiciones del rodeo montuvio que organiza Samborondón por sus fiestas. Foto: Enrique Pesantes/EL COMERCIO
Lejos de los centros comerciales lujosos y las urbanizaciones exclusivas con vista al río, la cabecera cantonal de Samborondón vivió una fiesta montuvia, que es parte de su esencia. Con sombreros, botas, camisas con paisajes campestres, cervezas heladas y caballos chúcaros, los montuvios de esta zona del Guayas se prepararon desde temprano para ser parte de las fiestas por los 60 años de cantonización.
“Esta es nuestra vida, nuestra tradición. Y estamos orgullosos de demostrarla”, dijo Rómulo León, montado sobre un caballo. Los equinos se tomaron las calles de esta localidad del Guayas, este domingo 25 de octubre del 2015, y circularon libremente, desafiando a los modernos autos, buses, camiones y hasta a las mototaxis.
Antes del mediodía se realizó la Séptima Carrera de Caballos Criollos y Mestizos, que comenzó junto al monumento al jinete samborondeño. Esta actividad fue organizada por el Club de Caballista y contó con el apoyo de la Corporación Municipal de Samborondón. Al ritmo de rancheras, los jinetes -hombres, mujeres y niños-, recorrieron la carretera principal rumbo al coso entablado, instalado en una pampa junto a la vía.
Aquí se vivía una fiesta desde la mañana. Cientos de espectadores soportaron el caluroso día para, cerca de las 14:00, observar el inicio del espectáculo.
En los graderíos ya no había ni un solo espacio en los graderíos. Isabel Contreras se acomodó en una parte cercana a la puerta de ingreso de los jinetes. “Somos de esta tierra y no nos olvidamos de nuestras raíces”, contó.
El sol del agro costeño no frenó la contagiosa energía de Dino Vicente y Juan José Ortiz. Estos animadores recorrieron la pista de tierra y entretuvieron al público antes de dar paso al espectáculo.
Hasta que finalmente presentaron a los integrantes de las seis haciendas participantes, de distintas zonas del Litoral, quienes demostraron sus habilidades en la monta de caballos criollos y mestizos. Entre ellas estuvieron la hacienda Casa Blanca, del cantón Bucay; El Carmen, del recinto Macuy del cantón Babahoyo; Santa María, del recinto Bejucal del cantón Vinces; Aura Lila, del cantón Balao; y San Antonio del cantón Salitre.
Llegaron con caballos bien ataviados, con aderezos brillantes de plata y cuero puro. “Este es el traje de etiqueta de ellos. Así como nosotros nos uniformamos, ellos también se lucen”, dijo René Maquilón, uno de los participantes.
La elección de la madrina del rodeo y de la criolla bonita fue la primera parte del show. La pequeña Dayana, de tan solo 4 años y representante de la hacienda Santa María, fue la ganadora por decisión del público. Su destreza en la monta de un robusto caballo negro sorprendió a los asistentes.
De inmediato se dio paso a los jóvenes montadores para la primera competencia: el caracoleo. Durante 10 segundos tuvieron que hacer maromas sobre caballos briosos, que salían disparados al escenario, envueltos en una nube de polvo. Las espuelas en los pies descalzos de los jinetes obligaban a los potrillos a elevarse en el aire.
Esta fiesta montuvia comenzó el sábado con las carreras de caballos criollos y mestizos. La competencia fue en una pista de tierra, por donde corrían dos caballos de similares características en porte y peso. Los caballistas mostraron su experiencia en la monta a cepo o sin montura.
La celebración culminó con un baile, en un salón improvisado en los exteriores del coso. La música del grupo Los Diamantes, del cantón Valencia (Los Ríos), obligó a las parejas a hacer a un lado los bancos y las sillas de maderas para dar soltura al cuerpo.