En el proceso de votación en el Santa Catalina Labouré y en el Corazón de María trabajaron 10 personas del CNE, entre quienes ejercieron de miembros de junta receptora del voto de hombres y de mujeres y un equipo de comunicación. Foto: Twitter@MarcelaParedesE
La última vez que votó, Lucio Gutiérrez triunfó en las urnas. Y este viernes 17 de febrero del 2017, Susana Tapia, de 86 años, volvió a ejercer su derecho ciudadano. Nació en Chimborazo, pero “estando en esta tierra, quiteña soy”, dice, y por ello decidió alojarse en el hogar de adultos mayores Santa Catalina Labouré, en el sector de La Recoleta.
Esta vez no fue impedimento su dificultad para caminar ni para salir por la ciudad. La mujer forma parte de las 18 personas que fueron empadronadas, en este lugar, para las elecciones generales de este año y una de las 14 que finalmente sufragó dentro de la que ahora es su casa.
No tiene hijos y no sabe qué será de su familia de sangre. Pero ahora comenta de política con su familia de vida, en la casa hogar. Tener la oportunidad es algo muy especial para ella. “Me gusta bastante que se hayan acordado de nuestras edades, porque ya estábamos descartados por la edad, la discapacidad, la memoria… Pero yo, a pesar de mis años y de que estoy sin muelas, todavía me valgo, me voy al banco a cobrar mi mensual, hago mis papeletas. También puedo votar”.
Ella y sus compañeros se enteraron de esta posibilidad a través de la prensa televisiva. Sor Cecilia Vargas aceptó la propuesta del Consejo Nacional Electoral. En las últimas semanas sacó información por Internet para compartirla con los adultos mayores que tiene a su cargo y que están empadronados. En la pared de uno de los corredores pegó cinco hojas de papel bond en las que imprimió una fotografía en blanco y negro de cada uno de los ocho presidenciables, con un pequeño texto sobre ellos.
Para ella fue particularmente difícil explicarles cómo votar para asambleístas y para parlamentarios andinos. “Si eso para uno es difícil, peor para los ancianitos”, dice. Pero ellos sufragaron contentos y ya tienen su certificado de votación, algunos con fotografía incluida, porque actualizaron su cédula de identidad.
Vargas cuenta que antes de que se iniciara la votación, los electores fueron a la capilla de la casa hogar y oraron frente a una imagen de Cristo. “Ellos dijeron Señor, que gane el que sea, bendícele, pero lo único que pedimos es que no se olvide de nosotros”.
Ana Marcela Paredes, consejera de la autoridad electoral, explicó que este es un plan piloto que se realiza por primera vez y, de momento, solo se aplica en dos hogares de adultos mayores, en Quito. El otro es el Corazón de María, que está ubicado en el norte. Allí votaron 38 de los 43 empadronados.
Paredes explica que se inició con la cedulación, con ayuda de sus familiares, y luego el cambio de domicilio. Ella cree que las personas que no pueden votar por su propia cuenta, valoran mucho más la posibilidad de integrarse a la sociedad y tener su voz en las decisiones nacionales. Para ella, esto es un reflejo de una práctica real de inclusión. Los adultos mayores suman más de 1,5 millones de electores, según la consejera, y cree que darles opciones para votar es de vital importancia.
La iniciativa se derivó del plan de voto en casa que se convirtió en una política pública que en estas elecciones se aplica para 883 personas con una discapacidad mayor al 75%. En ambos casos se llevan juntas móviles que entregan las papeletas y permiten que la gente pueda votar.
En el proceso de votación en el Santa Catalina Labouré y en el Corazón de María trabajaron 10 personas del CNE, entre quienes ejercieron de miembros de junta receptora del voto de hombres y de mujeres y un equipo de comunicación. Además, personal policial y militar vigiló que se cumplan los protocolos y custodió los kits electorales y las urnas con los votos.
Al finalizar la jornada, Medardo Toro Castro, de 69 años, estaba animado. Vive hace siete meses en el Santa Catalina Labouré, luego de vivir más de dos décadas entre Estados Unidos, Argentina y España. Una fisura en la aorta le impulsó a elegir esta casa hogar para vivir, porque necesita que alguien lo acompañe.
Él se siente como un primerizo en el tema de elecciones, porque el país ha cambiado mucho desde la última vez que votó, cuando trabajaba en el Ministerio de Finanzas y llegó a la Presidencia Rodrigo Borja Cevallos. Valora la jornada que para él se resume en una frase: “esto nos permite ser partícipes de la ecuatorianidad”.