La vegetación es abundante y profunda. Pese a que la zona ha sido ya intervenida con la tala de las especies nativas, el lugar donde se levantará la mina de cobre en Mirador es rico en humedad, insectos, plantas y árboles.
El área de 1,5 kilómetros de diámetro que ocupará la excavación o tajo desde donde se explotará el mineral, se ubica a 40 minutos en bus del campamento de la firma china Ecuacorriente y a una altura mayor de 600 metros.
Para llegar al sitio, el vehículo debe atravesar un camino empedrado cortado en varios tramos por el agua que cae de pequeñas cascadas desde la montaña.
El lugar exacto donde se explotará el yacimiento a cielo abierto es una especie de panecillo que forma una quebrada al juntarse con un cerro un poco más alto. Su suelo es rojizo y blando.
Allí se divisan árboles de tres a cinco metros de alto, de troncos blancos coronados con hojas dentadas verde oscuras. Se llaman Guarumos y se confunden con los Pachacos, árboles de apariencia similar pero con hojas más bajas.
Llueve constantemente. El nivel medio de pluviosidad al año es de 2 300 milímetros de agua. Es decir, cerca del doble que registra Quito, según el subgerente de Ambiente del proyecto Mirador, Raúl Brito.
Desde el área donde se levantará la mina se escucha el sonido persistente de insectos y aves, acompañadas por el rumor del río Wawayme, de donde el proyecto tomará un caudal de 102 litros por segundo para procesar la roca extraída. También se identifican flores como orquídeas y astromelias lilas y rojas.
A 20 kilómetros del sitio, en sentido norte se levanta la Cordillera del Cóndor, una masa alta y oscura sembrada de árboles frondosos donde en 1995 se dio el último conflicto armado con el ejército peruano.
En términos generales, para la construcción y puesta en marcha del proyecto de cobre Mirador, serán afectadas directamente 102 especies de mamíferos, 332 especies de aves, 95 especies de anfibios y reptiles, 26 especies de peces, varias especies de insectos y 600 de flora.
Ello debido a que serán removidas cerca de 500 hectáreas de vegetación y suelo de la zona para levantar toda la infraestructura que implicará la explotación del cobre, según Ecuacorriente.
Las especies deberán ser trasladadas a otras zonas, lejos de la mina para su preservación. Con ello se evitará que cualquiera de ellas desaparezca, indican los técnicos de Ecuacorriente.
El investigador francés sobre el impacto de la minería, William Sacher, refuta, sin embargo, el hecho de que puedan mantenerse el ecosistema de la zona solo con trasladar a las especies.
Señala que están en peligro las redes hidrográficas del sector, ya que podrían contaminarse con el drenaje ácido de mina (ácido sulfúrico) y metales pesados.
Ello, como producto del contacto de la pirita y la calcopirita (rocas asociadas al cobre) con el oxígeno y el agua cuando sean extraídas del subsuelo al exterior.
Las instalaciones de mayor riesgo de contaminación, según Sacher, son la mina, la escombrera (donde irá la roca sin cobre) y la piscina de relaves (en donde se ubicarán los residuos luego de la separación del cobre). Ellas podrían contaminar en contacto con el agua o desbordarse y contaminar los ríos cercanos, indica.