La tragedia y los contratiempos marcan el inicio de las clases en la mayor parte de las provincias del país con el régimen Costa.
Los mayores problemas se presentan en los cantones de Manabí y en Muisne, en Esmeraldas, los más afectados por el terremoto de 7.8 grados del 16 de abril. De los 560 planteles de ambas zonas, 88 registran daños severos y su demolición es motivo de análisis, conforme ha indicado el Ministerio de Educación.
De hecho, el violento sismo ha impuesto su huella en la agenda del inicio del nuevo ciclo, que formalmente empezó ayer. En escuelas y colegios, los alumnos recibirán terapias y cumplirán actividades extracurriculares recreativas y de soporte emocional.
Son tareas que los maestros y personal especializado de apoyo deben abordar con responsabilidad, para paliar, entre otros, la depresión y los trastornos del sueño que los especialistas han detectado entre los damnificados.
Más complejo resulta el escenario en los planteles destruidos. Ayer mismo, en Pedernales, epicentro del terremoto, no se iniciaron las actividades de bachillerato porque las instalaciones de todos los colegios fueron afectadas.
Asimismo, la dureza del invierno ha incidido en el irregular regreso a escuelas y colegios en otros sectores.
En otras provincias con régimen Costa, el inicio del año estuvo marcado por el énfasis en la prevención sísmica.
Queda claro que el retorno a la normalidad, en materia educativa, requerirá de esfuerzos e inversiones adicionales.