El bosque nativo de Peripa es uno de los más extensos de la comunidad tsáchila. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
Desde una colina del bosque Peripa se pueden observar los caminos ancestrales por donde transitaban los tsáchilas, 200 años atrás. Esos caminos unen a Peripa con las comunas El Poste, Chigüilpe y Otongo Mapalí.
Los tsáchilas, desde hace dos siglos, utilizaban los ríos para asentar sus campamentos. Eso debido a que, según su cosmovisión, en los lugares cercanos a los afluentes había animales para cazar, frutos y plantas medicinales. Además de peces, que eran parte fundamental de la dieta alimenticia.
Con la colonización, hace unos 90 años, los tsáchilas decidieron asentarse en un lugar fijo y las ocho familias más poderosas de la tribu se encargaron de dirigir cada asentamiento, que hoy se conocen como las sietes comunas tsáchilas, debido a que una desapareció hace dos décadas.
Estos animales son los encargados de repoblar el bosque. En su pico llevan las semillas. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
En un principio, los tsáchilas consideraban al bosque como un lugar sagrado, que era proveedor de alimentos y plantas medicinales.
Pero tras el intercambio de culturas con los colonizadores de Santo Domingo, el tsáchila empezó a talar para sembrar cultivos como la piña y el cacao, que eran productos desconocidos para ellos.
En el bosque las arañas eran las que alertaban a los nativos sobre la afectación. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
De las 20 000 hectáreas que poseía la nacionalidad, incluidas el poblado y el bosque, al menos 10 000 ya no pertenecen a la etnia. Eso debido a que fueron vendidas a los colonos, señaló el historiador tsáchila Augusto Calazacón.
Estos lepidópteros se alimentan de las cinco variedades de flores que hay en el remanente. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
Él afirmó que de las 10 000 que aún se conservan, solo el 30% sigue siendo bosque. El resto son cultivos, centros turísticos y zonas pobladas.
Una de las comunas que más ha conservado el bosque es Peripa, donde nació el último gobernador tsáchila vitalicio Abraham Calazacón.
Los jóvenes de las seis familias de Peripa son los encargados de conservar los bosques primarios. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
Según Manuel Calazacón, líder de la comuna Peripa y exgobernador tsáchila, en esta comuna hay al menos 300 hectáreas de bosque, que se ubican en colinas y llanos.
Calazacón afirmó que una de las fortalezas de Peripa es que las familias se han mantenido unidas y eso ha impedido que se perdiera territorio.
Los tsáchilas de Peripa han descubierto al menos 200 especies de plantas y hongos nativos. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
Sin embargo, uno de los inconvenientes ha sido la siembre de cultivos en los bosques.
Budy Calazacón señaló que solo la propiedad que fue heredada por su padre tiene más de 80 hectáreas, pero solo en 20 se ha conservado el bosque primario. El resto son cultivos de cacao y plátano. “Ha sido duro lograr que mi padre preserve esas hectáreas y no se conviertan en un cultivo más de la zona”, afirmó.
En este remanente se encuentran cinco variedades de flores silvestres, que son usadas en esencias. Foto: Juan Carlos para EL COMERCIO
Desde esta propiedad se puede observar como la zona que antes era boscosa, ahora tiene cultivos de malanga, cacao, plátano, piña…
Sin embargo, al ingresar al bosque el ambiente cambia enseguida. Colibríes amarillos y blancos se esconden entre las ramas de los árboles y las mariposas revolotean entre los cultivos y la entrada al bosque.
Esta flor silvestre se encuentra al ingresar al bosque. Es una especie introducida por los tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
La familia Calazacón ha decidido proteger 20 hectáreas. Por eso decidieron no hacer senderos ni buscar plantas medicinales para los rituales nativos. Además, tienen un lindero que separa a los cultivos de ese remanente primario.
Manuel Calazacón también cuida de un bosque en Peripa, de 40 hectáreas. Las primeras 10 han sido reforestadas, debido a que eran cultivos de cacao.
Ahí sembraron árboles nativos como el de achiote o el tadeé, que tiene la forma de una serpiente. También se encuentran animales como guantas,
armadillos, pájaros e infinidad de insectos.