En los últimos cinco años se ha visto un retorno de la barba. Incluso, muchos jóvenes han optado por esta tendencia. En la foto Gerard Piqué, futbolista español del FC Barcelona. Foto: EFE
Redacción Sociedad
La imagen de hombres perfectamente rasurados ya no es tan común en el mundo del deporte y del espectáculo. Parecería ser que la actual es la época del resurgimiento de la barba.
Personajes como Zach Galifianakis, George Clooney, Ben Affleck, Sergio Ramos o Gerard Piqué, son solo algunos ejemplos de hombres que decidieron dejar a un lado las rasuradoras para dar paso a sus frondosas barbas.Entre los expertos de la moda se maneja la idea que el bello facial habla por sí mismo y da cuenta de la relación con la sociedad y la filosofía de vida de quien la lleva.
Históricamente, la barba ha tenido diferentes significados y connotaciones. En la Grecia antigua, la barba tupida se cultivaba como signo de virilidad y conformidad con la naturaleza.
Los rabinos jasídicos las usaron desde siempre como expresión de sumisión a la Torá. Y no desde hace mucho tiempo, en Nueva York se popularizaron los implantes faciales, cuyo valor oscila los USD 7 000, para que los hombres luzcan con el aspecto más parecido al que llevaron Freud, Marx o los beatniks de los años cincuenta.
Hay más de treinta tipos de barba descritas en el famoso portal Wikipedia. E igual de numerosas son las razones para dejarla crecer. Desde la añeja pero universal voluntad de ser más atractivo, pasando por la militancia revolucionaria y llegando a la ruptura con los canones de belleza establecidos.
En los últimos cinco años se ha visto un retorno de la barba. Incluso, muchos hombres jóvenes han optado por esta tendencia, que gana cada vez más adeptos, especialmente en Europa.
Un caso particular es el popular Real Madrid Futbol Club. En sus filas militan estrellas que no tienen temor en ocultar sus barbas, como Dani Carvajal, Xavi Alonso, Sergio Ramos, Iker Casillas e incluso Karim Benzemá.
Si bien no hay un canon definido, hay casos de filósofos, escritores, psiquiatras, líderes empresarios y desarrolladores de software de todo el mundo que han dejado crecer sus vellosidades faciales.
Pero esto, contrariamente de lo que se cree, no puede-ni debe gustarle a todo el mundo. La ciencia dio el nombre de pogonofobia a un trastorno definido como un miedo irracional, morboso y constante a barbas y bigotes.
Este año, científicos australianos publicaron un estudio en la Biology Letters de la Royal Society Publishing, donde se explica el comportamiento cíclico de los hombres con respecto a la barba. Realizaron un experimento en el que mostraron series de cuarenta fotos de hombres con distintos niveles de barba a más de mil mujeres y a doscientos hombres. En algunos casos, ponían mayoría de barbudos; en otros, mayoría de lampiños.
Los resultados del estudio mostraron una tendencia acorde con los postulados de la psicología evolutiva. La llaman “preferencia dependiente de la frecuencia negativa”. Las estadísticas indicaron que se tiende a juzgar como más atractivo a quien porta el rasgo más infrecuente. O sea, en una sociedad de afeitados, los barbudos tienen las de ganar.