De izq. a der. Álvaro Samper, Juan José Padilla e Iván Fandiño salieron a hombros de la feria de Riobamba. Foto: Lorena Calderón para EL COMERCIO
Con éxito artístico, torero y ganadero se llevó a cabo el segundo festejo de la Feria de Riobamba 2017. Juan José Padilla, Iván Fandiño y Álvaro Samper atravesaron la puerta grande.
Con algo más de un tercio de plaza se lidió un encierro de Campo Bravo, de Luis García, de juego variado y que fue material propicio para que los tres toreros salieran a hombros. El toro sombrío, de 460 kg., con el número 59, de preciosas hechuras y noble juego, fue indultado por Álvaro Samper.
Padilla no se encontró a gusto con su primero que fue castigado con fuerza en varas. Con tres series por la derecha el diestro entró a matar de estocada entera y cuatro descabellos. Palmas.
El torero de Jerez recibió el entusiasmo de la gente y con un alegre y repetidor toro, que salió en cuarto lugar, hizo una labor de vibrante transmisión. Dos largas de recibo, verónicas y chicuelinas en el saludo capotero. Faroles de pie en el quite y un tercio de banderillas ovacionado con fuerza. De rodillas llevó el toro hasta los medios con pases por alto, derechazos y hasta un doblón para retener al toro. La faena con varias series de derechazos y muletazos en circular concluyó con petición de indulto. Estocada entera y caída. Dos orejas y palmas al toro en el arrastre.
Fandiño saludó a la verónica. La faena fue lucida con series de derechazos de buena factura y ensayo al natural. Tres cuartos de espada que derribaron sin puntilla y oreja celebrada.
El torero vasco se lució por delantales en el quinto, de buenas hechuras, que se desplazó bien en las dos series de derechazos templados. Luego del intento con la izquierda el toro de apagó y Fandiño consiguió muletazos de uno en uno. Una estocada valió una oreja que paseó en la vuelta al ruedo.
Samper se llevó un lote de preciosas hechuras. Estupendo saludo por verónicas y quite por chicuelinas de bello dibujo. El torero quiteño recibió al sexto con un manojo de verónicas superiores e hizo un trasteo sobre ambos pitones con largas y templadas series de derechazos, forzados de pecho y naturales hondos y toreros.
Todo fue un hermoso encuentro entre la bravura, el son y la calidad de un toro para el recuerdo y un torero en plenitud. Indulto en medio del entusiasmo y dos orejas y rabo simbólicos que Samper paseó con una sonrisa y lágrimas de emoción.
Los toreros salieron a hombros y la gente salió feliz.