El arquero Alexander Domínguez es el titular de la Selección. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Corría marzo del 2006. Víctor Sánchez, entonces gerente de las divisiones formativas de Liga, recibió una llamada telefónica de Samhi Potihier, quien promocionaba futbolistas jóvenes de Esmeraldas.
-Tengo un gran arquero. Te vas a quedar loco -le dijo convencido el esmeraldeño.
-Antes, hay que verlo -respondió incrédulo Sánchez.
El golero era Alexander Domínguez. Él se presentó en el complejo de Liga y sorprendió por su estatura (1,93 metros). Llamó la atención del argentino Víctor Botaniz, director de las formativas. Tras un mes, ‘Dida’ ya se entrenaba con el plantel de Primera.
El jugador era muy tímido. Tanto que Sánchez tuvo que acompañarlo a su primera práctica con los jugadores experimentados, dirigidos entonces por Edgardo Bauza.
El portero se instaló en la residencia de Arturo Román, exdirigente del plantel, junto a otros juveniles de élite.
Sánchez siempre veía al novato y le daba consejos. Lo visitaba en la residencia. Le decía que tendiera la cama y lavara los platos y la ropa.
También, le daba consejos sobre el fútbol. “Con tu estatura, te elevas y puedes dar un salto de hasta tres metros. Solo hazlo”, le repetía.
Un día, Sánchez apretó la mano del golero, le miró a los ojos y le dijo: “Tú vas a llegar a ser profesional. Ten la cabeza fría, no te marees. ¡No olvides lo que tú me prometiste”.
“Tranquilo ‘Victorino’. Yo voy a convertirme en profesional para ayudar a mis padres, para que ellos tengan su casita”, respondió el juvenil. Cumplió su promesa cuando se consolidó en el arco.
Sánchez estuvo en las formativas de la ‘U’ entre el 2001 y el 2007. Llegó a ese trabajo por su pasado en el equipo: él fue arquero del club, entre 1989 y el 2001, cuando le conocían como Shaggy.
El quiteño, de 46 años, también llevó a su casa al jugador. Ahí, lo presentó a su esposa Silvia Velasco y a sus hijos Sergio, Daniela y Micaela.
En ocasiones, también le llevaba a comer. Otras veces, le entregaba vestimenta para entrenar. Román también apoyaba al golero. Le entregaba dinero para ‘sus cosas’.
“Esa era una época bonita”, dice Sánchez, de 46 años. Entonces, en la ‘U’ surgieron Marwin Pita, Víctor Macías, Chucho Bolaños. Pero no todos se quedaron.
“Domínguez se quedó por su talento y porque lo apoyaron. Médicos, fisioterapeutas, Rodrigo Paz… Ellos le ayudaron a crecer”, dice Sánchez. Él dice que salió abruptamente de Liga, sin explicación.
Con los años, sus caminos se separaron. El esmeraldeño se convirtió en el número 1 del arco de los universitarios y de la Tricolor. Su exmentor se volvió profesor del Liceo Campoverde.
Hace un año, ambos coincidieron en una práctica del cuadro azucena. Ahí, dialogaron y recordaron buenos momentos. Eso sí, Sánchez dice que el jugador “ya debía estar en un club del exterior”.