En el intercambiador que conecta la avenida Simón Bolívar con la autopista General Rumiñahui, Cristina T. sufrió un asalto. Foto: Eduardo Terán/EL COMERCIO
Testimonio de Cristina T. quien fue víctima de un asalto violento en la avenida Simón Bolívar, en el suroriente de Quito. El hecho se produjo la noche del pasado miércoles 17 de octubre.
“Lo que me ocurrió fue una pesadilla. Eran las 20:35 del miércoles cuando esperaba un bus para dirigirme a mi casa, ubicada en Machachi. Me encontraba en el intercambiador que conecta la avenida Simón Bolívar con la autopista General Rumiñahui.
Pese a la hora, bastantes vehículos circulaban por ese lugar y otras personas también esperaban transporte para dirigirse al valle de Los Chillos.
Todo transcurría con normalidad, incluso un señor estaba junto a mí en la parada donde hay tiendas y un gimnasio. De pronto, un chico trigueño se nos acercó y un auto San Remo de color vino nos hizo luces. El conductor nos ofreció su servicio de transporte, bajó el vidrio y nos dijo que se va a Machachi. El señor que estaba junto a mí se subió y, sin darme cuenta, otro hombre con un cuchillo apareció allí. Me apuntó con el arma por la espalda y me obligó a subir.
Adelante del carro iban dos hombres. Atrás estábamos el señor que estaba en la parada y yo. Nos acompañaba otro hombre de ese grupo. En ese momento sacaron más cuchillos y comenzaron a exigirnos, de forma agresiva y con insultos, nuestras pertenencias.
Yo les entregué mi celular y no tenía dinero, apenas llevaba lo necesario para los pasajes. Me rebuscaron, me manosearon para ver si tenía algo de valor. El que llevaba el cuchillo más grande se abalanzó sobre la otra víctima para pedirle lo que tenía. Le amenazó con apuñalarle el ojo y el pecho si no le entregaba sus cosas.
Les dio la billetera y los asaltantes vieron que tenía tarjetas de débito. Mientras eso sucedía, uno de ellos le decía al conductor que avance en la vía. Con insultos le pedían al señor que les entregue las claves pero él estaba muy asustado, le amenazaban con matarle.
Yo les pedía que nos dejen ir y nos suelten, pues les entregamos todo lo que teníamos. Uno le decía al chofer que me boten más adelante, mientras que al señor lo iban a retener para sacar el dinero de sus cuentas. Le exigían las claves de sus tarjetas para robarle.
Finalmente, a mí me arrojaron del carro mientras estaba en movimiento a la altura de la Loma de Puengasí, en el camino a La Forestal. Ellos se fueron con el señor en el automóvil San Remo.
Tras caer sobre la calzada, no regresé a ver. En ese momento pasaba una camioneta y le pedí al conductor que pare. Le dije que me asaltaron y que me ayude. Estaba perdida. Él me dijo que era policía y se identificó. Me prestó su teléfono celular, me comuniqué con mi hermana y me vinieron ver.