El vicepresidente Otto Sonnenholzner (centro) acudió al centro de estudios y anunció que se dará protección especial a los integrantes de la Comisión Interventora. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Un enorme agujero que destruyó adoquines y afectó parte de una tubería es la huella que dejó la explosión de un artefacto de gran impacto, detrás del edificio de Rectorado de la Universisad de Guayaquil. El estallido se reportó a las 20:20 de ayer y este viernes 23 de agosto de 2019 el área amaneció acordonada por seguridad.
Este es el sexto atentado que ocurre en el centro de estudios en lo que va del 2019. También es el que más daños ha causado desde febrero, cuando se reportaron los primeros ataques con artefactos tipo camaretas.
Las autoridades volvieron a calificar este acto como “terrorismo“. “No nos atemorizan los perversos y corruptos delincuentes responsables de estos hechos, por lo que expresamos nuestro total repudio y nos comprometemos en erradicarlos y devolverle al Alma Máter su espíritu se promover la justicia y la paz”, cita un comunicado.
La universidad afronta un segundo proceso de intervención. Fue dispuesto por el Consejo de Educación Superior (CES) en octubre por actos violentos que generaron inestabilidad en el rectorado.
La comisión interventora de la universidad es presidida por Roberto Passailaigue. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Esta mañana, el vicepresidente Otto Sonnenholzner acudió al centro de estudios y anunció que se dará protección especial a los integrantes de la Comisión Interventora, presidida por Roberto Passailaigue. “Esto refleja que la universidad ha estado tomada por gente mafiosa. Hemos avanzado en las investigaciones y cada acto que hacen nos acerca más”, dijo el Segundo Mandatario.
Los interventores han pedido recursos para implementar un plan de seguridad. Sonnenholzner dijo que el Gobierno ha entregado USD 30 millones para el proceso de intervención pero aclaró que el problema de fondo es la corrupción. “Lo que queda claro es que los interventores están tocando intereses de gente peligrosa”.
En febrero hubo dos ataques. En mayo fueron detonados dos autos, en las Facultades de Ciencias Médicas y Educación Física. Desde entonces, la Policía intervino con controles en la ciudadela universitaria. El 1 de agosto otro artefacto causó daños en la biblioteca de Medicina y en la Escuela de Enfermería.
Las clases no fueron suspendidas. Las actividades administrativas del Rectorado se retomarán a las 11:00, después de las labores de limpieza de escombros, según anunciaron las autoridades.
Este es el sexto atentado que ocurre en el centro de estudios en lo que va del 2019. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Los ventanales de la parte posterior del edificio estallaron. Los pedazos de vidrio cubren el corredor externo y otros cuelgan peligrosamente desde las ventanas de las oficinas ubicadas en los pisos altos.
El rector Passailaigue aseguró que pretenden atacarlo. “No me van a amedrentar (…). Quienes han manejado anteriormente la universidad temen que investiguemos los actos de corrupcción“, dijo.
En septiembre el centro de estudios pasará por una nueva evaluación institucional. Desde 2016, tres de sus carreras (Medicina, Odontología y Jurisprudencia) no han podido ser acreditadas debido a la baja calificación que han obtenido. Docentes y estudiantes temen que los ataques afecten este proceso de análisis.