La estatua de Fray Junípero Serra, en el Capitolio de Washington. FOTO: MARK WILSON / AFP
Durante meses, los manifestantes indígenas en California han intentado que el mundo sepa lo que piensan sobre el misionero español Junípero Serra, al que el miércoles el papa Francisco declarará santo en una ceremonia en Washington.
“Serra no fue un santo, fue el demonio”, gritaban los manifestantes al unísono frente a la catedral de Los Angeles un domingo reciente. En los carteles se leía “genocidio = santidad” y portaban un retrato del siglo XVIII del misionero español al que calificaban de “demonio” y “abogado del diablo”.
En una imagen se representaba al arzobispo de Los Angeles, José Gómez, con el bigote de Adolf Hitler. Olin Tezcatlipoca, director del Movimiento Mexica, que defiende los derechos de los indígenas y ha estado detrás de las manifestaciones, dijo que al hacer santo al hombre que lideró la colonización española de California, la Iglesia católica está “canonizando simbólicamente el genocidio, canonizando el colonialismo y canonizando la supremacía blanca”.
“Si no protestamos, estamos diciendo que todo está bien. Es una monstruosidad”, afirmó. El fraile Junípero Serra (1713-1784) nació en la isla española de Mallorca, pero su destino fue la actual California, entonces una región colonial controlada por los españoles en la costa del Pacífico en Norteamérica. Serra viajó a las Américas como misionero y pasó allí la segunda mitad de su vida.
Fundó las primeras nueve de las 21 misiones en lo que entonces se conocía como Alta California. Las misiones establecieron una base para la colonización de la región y dieron forma a la historia moderna de la zona.
Oficialmente, el estado de California honra a Serra como uno de sus padres fundadores. Museos, carreteras, parques y templos religiosos llevan su nombre y su estatua es una de las dos que representan a California en el Capitolio en Washington.
La otra es la del exgobernador y expresidente Ronald Reagan. Pero en las últimas decadas, el incremento de la conciencia de la realidad del colonialismo y del papel de las misiones ha ensombrecido ese legado. El sistema de misiones que Serra expandió funcionó al convencer a los indígenas de que aceptaran el bautismo cristiano para después hacerles vivir y trabajar en las misiones y castigarlos si trataban de marcharse.
La importación desde Europa de plantas, animales y enfermedades diezmó la población de indios. Deliberadamente se destruyó también la cultura indígena para reemplazarla por la española y la cristiana. “Hay muchas razones para que los indígenas y muchos otros se pregunten cómo el Papa puede canonizar a un hombre que apoyó ese sistema”, dijo Steven Hackel, historiador de la Universidad de California Riverside y autor de una biografía de Serra.
Cuando Serra llegó a la actual California en 1767, había aproximadamente 300 000 indígenas en la zona. Ochenta años después, sólo 50 000. “Los indios comenzaron este largo periodo de merma de población durante el tiempo de las misiones. Podemos señalar el plan de Serra como uno de los principales motivos. Él hace que todo comience”, afirmó Hackel.
El papa Francisco ha presentado el fervor misionario de Serra como ejemplo para los sacerdotes de todo el mundo y lo ha considerado un “ejemplo piadoso de la universalidad de la Iglesia”. Al hablar a los sacerdotes norteamericanos sobre Serra en el mes de mayo, el papa implícitamente absolvió a los misioneros de los abusos de la colonización y elogió a Serra y a otros por defender a los pueblos nativos contra el abuso de los colonizadores.
Francisco, descendiente de europeos en el Nuevo Mundo, consideró a Serra “un santo patrón del pueblo hispano” de Estados Unidos cuya canonización espera “redescubra su propia dignidad”. La archidiócesis de Los Angeles, que mantiene una web informal sobre Serra (Web sobre Junípero Serra), dijo que la participación del español en la colonización y en el sistema de misiones debería ser vista en el contexto de su tiempo.
Los críticos lo consideran un encubrimiento. “El padre Serra fue responsable del engaño, la explotación, la opresión, la esclavitud y el genocidio de miles de indígenas californianos”, dicen representantes del pueblo indígena Kizh Gabrieleno de Los Ángeles en una petición online firmada por más de 9 000 personas. En el escrito piden al papa Francisco que reconsidere su postura porque las heridas de la historia no han cicatrizado aún. “El paso del tiempo no ha hecho (…) al cerebro del brutal sistema de misiones un santo”, afirman.