El 15 de marzo del 2015 se produjo una explosión de gas en el barrio Martha Bucaram. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Zoila Tipantiza, de 81 años, fue trasladada al Hospital Eugenio Espejo, donde se recupera de las quemaduras que sufrió el domingo, 15 de marzo del 2015, por la explosión de un tanque de gas en su vivienda, en la tercera planta de una edificación de la ciudadela Martha Bucaram, en el sur de Quito.
Según Washington Salazar, de 43 años, yerno de la afectada, la mujer permanecerá asilada por al menos una semana más. Así les informó el médico este lunes 16 de marzo. La mujer está muy nerviosa y lo primero que hizo cuando lo vio fue pedirle disculpas por la destrucción que la explosión causó en la casa.
Un informe del Cuerpo de Bomberos al que accedió este Diario reseña que, en lo que va del 2015, se han registrado 22 explosiones de gas en Quito, es decir un promedio de 1 percance cada 82 horas.
El lunes 16 de marzo del 2015 se produjo una explosión de gas en una vivienda ubicada en la calle Quimiag y avenida Teniente Hugo Ortiz, en el sur de Quito. Foto: Javier Ortega/ EL COMERCIO.
Zoila vivía sola, desde hace cuatro años, en el tercer piso de la vivienda de Salazar. Él y su familia habitan en Carapungo, en el norte, pero rentan los pisos de su propiedad en el sur a otras personas. Fue precisamente el vecino del segundo piso quien ayudó a salir de la casa a la adulta mayor. La encontró sentada en el sillón, con el rostro, los brazos y la ropa quemados. “Yo le pedí que se tranquilizara, que son solo cosas materiales, que fue un accidente, pero ella sigue preocupada”, dice Salazar.
Según el informe de Bomberos, entre el 2009 y mediados de marzo de este 2015, en Quito se reportaron 3 127 incidentes con gas de uso doméstico: de ellos, 202 terminaron en explosión (la mayoría correspondió a alertas por fugas de gas). Por ejemplo, en lo que va del año hubo 290 atenciones relacionadas con gas (de ellas, 22 explosiones).
El 28 de febrero se produjo una explosión en una vivienda ubicada en el barrio San Luis de Chillogallo, en el sur de Quito. Foto: EL COMERCIO.
Eber Arroyo, comandante del Cuerpo de Bomberos del Distrito Metropolitano, asegura que esos datos no son suficientes para aseverar que las explosiones han tenido un pico. Según él, el alza va de la mano con el crecimiento poblacional y con la cantidad de personas que usan ese sistema.
No obstante, dice Arroyo, hoy da la sensación de que las explosiones se dispararon, porque gracias a las redes sociales, especialmente al Twitter y a Facebook, la gente las conoce de primera mano. Así, los medios de comunicación pueden darles cobertura de manera inmediata, lo que no ocurría, por ejemplo, hace 10 años, explica.
Zoila Tipantiza tiene seis hijos (dos hombres y cuatro mujeres), 15 nietos y tres bisnietos. La primera noche en el hospital, su familia pasó en los exteriores de la casa de salud, pero este lunes 16, por cuestión de trabajo, solo María y su esposo fueron a acompañarla. A pesar del dolor y del susto de la explosión, la adulta mayor recuerda claramente lo que pasó. Se levantó, fue a la cocina, prendió un fósforo y sintió un fogonazo.
Mientras la mujer se recupera, hasta el Hospital Eugenio Espejo fue trasladada este lunes la víctima de una nueva explosión en Quito. El siniestro se produjo por la tarde en una vivienda de la avenida Teniente Hugo Ortiz y Químiag, en el sur de Quito. Una mujer de 35 años resultó herida, con quemaduras de segundo y tercer grado. La deflagración provocó daños en el interior de la casa y destruyó parte del techo de zinc.
La madrugada del 4 de febrero del 2015 se produjo una explosión en la parroquia Pifo, al noreste de Quito. Se registraron daños en dos casas, en un local comercial y en la Junta Parroquial. Foto: Cortesía/ COE Quito.
¿A qué se deben las explosiones?
Según Cristian Rivera, titular del Centro de Operaciones de Emergencia Metropolitano, hay básicamente tres factores. El primero es la imprudencia. Asegura que buena parte de los casos se produce porque las personas olvidan cerrar las perillas de las cocinas o dejan cocinando algún líquido, este se riega, apaga la llama y el gas se escapa. Otra causa es el mal estado de las válvulas. La tercera razón es la perforación de mangueras, por donde poco a poco, el gas filtra. Así, con una chispa, la explosión es inevitable.
Una alternativa para evitar estos inconvenientes es colocar detectores de gas, que encienden una alarma cuando hay gas licuado de petróleo en el ambiente.
A las 06:45 del 10 de diciembre del 2014 se produjo una explosión, en un edificio ubicado en la avenida Eloy Alfaro y José Correa, en el norte de Quito. Foto: Diego Pallero /EL COMERCIO.