En la Distribuidora Marlene Espinosa, ubicada en la Benalcázar, se colocó un rótulo gigante en el cual se indicaba que atenderán en el local matriz, en las calles Chile y Chimborazo. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Desde antes de las 09:00 de este lunes 18 de enero, cuatro locales comerciales que, por varias décadas, han funcionado en la casa de la esquina de las calles Sucre y Benalcázar, volvieron a abrir sus puertas.
Hasta el viernes 15 de enero, los propietarios (en toda la casa suman nueve locales) tenían el plazo para desalojar este inmueble patrimonial que, hace varios meses, fue expropiado por el Municipio. Allí se levantará una de las paradas del Metro. Antes, la casona pertenecía a la Fundación Oscus.
Todos atienden a medio gas, es que las perchas están poco surtidas y en rincones de los almacenes se observan varios bultos y cajas con mercadería.
Los empleados de la Distribuidora Marlene Espinosa, ubicada en la Benalcázar, apuraban las manos atendiendo a sus numerosos clientes que, desde muy temprano, llegaron al local.
En la entrada había un rótulo gigante, en el cual se indicaba que, en breve, atenderán en el local matriz que tienen en las calles Chile y Chimborazo. ¿Desde cuándo?
Los empleados no respondieron, solo uno de ellos (que prefirió obviar su nombre) indicó que “como ya pagamos el arriendo de enero al Municipio, me imagino que nos permitirán estar hasta fin de mes. El proceso de desocupación es tedioso y lo estamos haciendo desde este fin de semana”.
En Almacén Paolita, en donde se venden encajes y botones, también se abrieron sus puertas. A medio gas su propietaria, Sandra Vinces, sigue atendiendo. Cuando se le preguntó cuando saldrá, la mujer de 45 años lloró y dijo que en unos días; incluso en la entrada hay un rótulo en el cual se indicaba que el local se traslada a la calle Venezuela, entre Sucre y Bolívar.
Recordó que ya están trasteando algunas cosas al nuevo local, pero calcula que el 30 de enero atenderán en el nuevo sitio. Y lo dijo con una infinita pena, “en este sitio se trabajó por 70 años, la abuelita de mi esposo (Gladys Cárdenas) fue la pionera y yo estoy aquí hace 30 años”.
Recordó que por su local pasaron varias generaciones y se compraba solo encajes finos para los vestidos de novias, por ejemplo.
Al final, antes de ingresar a su local y atender a las tres personas que la esperaban, hizo un pedido: “Solo pedimos que nos concedan hasta el fin de semana para poder sacar todas las cosas, sabemos que tenemos que irnos. No es que estamos atrasando este proyecto del Metro. Solo pedimos que nos dejen salir con dignidad”.
Los otros dos locales, una cafetería y una sastrería, estaban sin clientes pero abiertas sus puertas. Sus dueños recogían las cosas para salir de la casa. Aunque no especificaron cuando entregarán las llaves.
Alrededor de las 09:00, también el dueño del Restaurante Benalcázar, Paúl Valdivieso, estaba sentado en un taburete en la mitad de su local casi vacío. El miércoles 13 de enero ya lo había cerrado y comenzó ha desocuparlo con anticipación.
Con cierta tristeza narró que en este local “se ha pasado de todo, hemos visto llegar y caer gobiernos; actos muy bonitos en la Plaza de San Francisco. Tantas cosas que se han pasado en 25 años”.
Ahora, insistió, “se cierra un capítulo y comienza otro con mayores expectativas, es un nuevo sueño para afianzarse en un nuevo sector”. El Restaurante Benalcázar estará ubicado en las calles Chile y Guayaquil.
Agregó que “el hecho de venir todas las mañanas y admirar la Plaza de San Francisco siempre fue un regalo de Dios. Y por eso nos da mucha nostalgia, pero con mucha esperanza”.
El local de los jugos de la Sucre no abrió. En la puerta había un rótulo a través del que se solicita a sus clientes visitarlos en las calles García Moreno y Sucre.
Por su parte, Joffre Echeverria, administrador de la Zona Centro, señaló que harán un último acercamiento con los arrendatarios de los locales que todavía no desocupan la casa, que habrá un último comunicado hoy, y de lo contrario “tendremos que entrar con orden de desalojo“.