En las aulas del Colegio Letort, los chicos reciben clases de refuerzo académico antes de las evaluaciones. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Sentados, a una distancia de más de un metro, los estudiantes de segundo de Bachillerato del ISM Quito rindieron el lunes uno de los primeros exámenes de fin de quimestre. Durante esta y la próxima semana, en planteles públicos y privados se toman esas evaluaciones, que equivalen al 20% de la nota de todo el primer período.
El año escolar en el país está dividido en dos quimestres (de cinco meses cada uno). Cada período tiene tres parciales, tiempo en el que los chicos presentan trabajos y pruebas. Al final hay un examen.
En el Reglamento a la Ley Orgánica de Educación Intercultural Bilingüe se clasifica a las diferentes pruebas en: diagnóstica, formativa y sumativa. La primera evalúa las condiciones en que llega el alumno; la segunda, el proceso de enseñanza; y la tercera, toda la materia y experiencias aprendidas.
En estos días, 1,2 millones de alumnos en Sierra y Amazonía rinden el examen sobre habilidades y conocimientos desarrollados en los cinco meses de clases. La calificación mínima requerida para la promoción es de 7 sobre 10 puntos. En algunos colegios particulares esto ya se realizó, todo depende de su planificación.
Ana Cabezas y Elian Velasteguí, de 13, cursan el noveno año. Días atrás comenzaron a prepararse, en casa y en el colegio, para rendir estas pruebas.
Junto a sus profesores, ellos realizaron un repaso general de las materias para solventar sus dudas. Entre otros temas, pidieron apoyo en cálculo y en problemas matemáticos combinados.
Jenny Vinueza, rectora, explicó que días atrás la planta de maestros organizó sus clases, tomando en cuenta un tiempo para el refuerzo académico. Entre otras actividades hubo talleres y enviaron cuestionarios. El objetivo fue abarcar toda la materia y solventar las inquietudes.
Estas evaluaciones, indicó la Rectora, también les ayudan a prepararse para dar los exámenes del Bachillerato Internacional (BI).
Ana y Elian también estudian en casa. Generalmente lo hacen solos, debido a que sus padres trabajan y llegan pasadas las 18:00.
Al llegar a su domicilio, a las 15:00, Elian acostumbra a tomarse unos minutos para almorzar. Antes de empezar a estudiar guarda su celular y otros equipos tecnológicos, como le han aconsejado sus padres.
Ana Trueba, catedrática de Psicología de la Universidad San Francisco, comenta que justamente los celulares, las tabletas y la televisión hacen que los chicos pierdan tiempo y no se concentren.
Trueba recalca que hay que evitar que los alumnos se estresen demasiado en estos días. Los maestros deben lograr que entiendan que la calificación no es lo más importante. Lo valioso del período de exámenes es que se evidencien las dificultades que tienen, con el fin de que en el siguiente quimestre se los pueda nivelar para avanzar.
Si el chico está ligado a la tecnología puede buscar tutoriales o videos, con apoyo de padres de familia y también de maestros. Otra opción es enseñarles a acceder a ‘papers’ o artículos académicos para profundizar sobre los temas. Esto funciona con cierta supervisión, para que no se distraigan en redes sociales ni con videos de entretenimiento.
María Paula Ojeda se siente mejor cuando estudia sola en casa. Ella evalúa cuánto sabe resolviendo cuestionarios de cada materia. La joven de 17 años cursa el tercero de Bachillerato del Colegio Letort.
Para chicas como María Paula, una técnica que recomienda la psicóloga Trueba es la llamada ‘pomodoro’. Consiste en estudiar las materias en un rango de tiempo determinado: un repaso intenso de 25 minutos y un descanso de cinco. Cuando se cumplen cuatro ciclos pueden relajarse durante 15.
Joshua Velasco, de 18, pone en práctica una técnica similar a la de María Paula. Él elabora un cronograma que le ayuda a organizarse por materias. Cada cierto tiempo descansa: hace un estiramiento, come un refrigerio o navega en Internet.
En estos colegios, el cronograma de pruebas fue organizado en función de la complejidad. En el ISM, primero se evaluaron las artísticas y luego las de conocimiento. En el Letort se toman intercaladas, para no sobreexigir a los chicos.
En algunos cursos -dice la rectora Carolina Pinzón– los alumnos tienen la oportunidad de escoger las cátedras que pueden rendir en un día; es decir, combinan ciencias naturales con artes, por ejemplo.
Antes de las pruebas, los docentes organizan los temarios. Se envían a los padres y estudiantes para que conozcan qué temas se abordarán en la evaluación; así podrán guiar a sus hijos en la jornada de estudio.