Gloria Chachapuya fue víctima de la explosión en la casa de su vecino. Paúl Rivas / EL COMERCIO
El gas ataca de madrugada y con sorpresa, cuando alguien enciende un fósforo en medio de la somnolencia para preparar el desayuno.
Así se producen con mucha frecuencia explosiones o incidentes con gas doméstico en Quito, luego de que el combustible, silencioso, como un gato, se escabulle por alguna llave dañada, una manguera perforada o una hornilla mal cerrada.
Con la chispa se desata el fuego que, con rapidez, causa dolor físico, quemaduras, largos tratamientos médicos y hasta la muerte; pero también vienen las pérdidas materiales, los vidrios rotos, los techos ennegrecidos, los aparatos electrónicos calcinados. Y, con todo esto, la impotencia de no saber a quién reclamar.
Hay un aumento sensible de los incidentes con gas. Durante el 2015, el Cuerpo de Bomberos de Quito atendió
2 124 casos y en lo que va del año hubo 361.
Es casi el doble de lo que se registró el año pasado en la misma época (180).
María Filomena Chiguano forma parte de estas cifras. El fuego que se generó cuando quiso preparar el desayuno causó quemaduras en el 18% de sus piernas.
Después de un mes en el hospital, aún debe utilizar medias especiales que le alivien el ardor.
Todavía no compra todos los artículos que perdió en la explosión de agosto del 2015, en el sector de Solanda, en el sur de Quito.
La fuga se produjo por el mal funcionamiento de las válvulas del tanque de gas.
Washington Salazar tampoco termina de rehabilitar la casa de Zoila Tipantiza, su suegra. Hace un año, la mujer de 84 años se levantó a preparar su desayuno sin percatarse de que había una fuga de gas; encendió un fósforo y se produjo la deflagración.
Según el informe de los bomberos, se calcula que la fuga fue por aproximadamente ocho horas.
La causa también fue el mal funcionamiento de las válvulas que, a pesar de estar en posición de cierre, permitían el paso de gas hacia el exterior.
Tipantiza permaneció un mes en el hospital para tratar las quemaduras, de las cuales ya se recuperó. Ahora vive nuevamente en el lugar del accidente que sigue deteriorado y por cuyos arreglos parciales ha pagado más de USD
2 000. Para evitar que se repita el incidente le compraron una cocina eléctrica.
Éber Arroyo, jefe de bomberos de Quito, explica que en la capital estos casos son más frecuentes que en la Costa, por la falta de ventilación. “Las personas tienden a cerrar puertas y ventanas, lo que activa el riesgo”.
Los incidentes muchas veces son el resultado de no cambiar periódicamente la manguera de gas, utilizar reguladores desgastados, no realizar un mantenimiento, emplear válvulas que no cumplen con la normativa y usar electrodomésticos que ya han cumplido con su vida útil.
La explosión en la casa de Betty González fue por una válvula deteriorada y una manguera incorrecta.
Eso le notificaron los bomberos cuando acudieron en su ayuda en diciembre del 2015. Cinco minutos antes del incidente estaba limpiando la cocina con su sobrina. “Gracias a Dios” sus hijos estaban en la escuela y nadie resultó herido.
Al igual que los casos anteriores, González tampoco ha logrado rehabilitar completamente su hogar.
La casa, que es arrendada, no cuenta con un techo fijo y los daños que ocasionó la explosión todavía están a la vista.
En algunas ocasiones las deflagraciones también afectan las propiedades cercanas. Una de las más recientes y poderosas ocurrió en el sector de la Kennedy, el 11 de febrero, y la fuente fue una hornilla encendida en una tienda.
Pablo Baquerizo, quien tiene una mecánica junto al negocio, reportó daños que ascienden a USD 200 000. La posibilidad de demandar a los dueños de la tienda lo desanimó, pues un juicio civil sería largo y prevé que no le pagarán.
Pero el abogado Andrés Tenjo explica que quienes hayan sido afectados por la explosión de la casa de un tercero sí podrían recurrir a la vía legal, si se demuestra la responsabilidad de la otra persona.
Gloria Chachapuya tampoco quiso seguir juicio a su vecino, a pesar de que lo considera responsable de perder todos sus muebles y el techo de su vivienda, por una explosión en la calle Nazareth y avenida Real Audiencia, en el norte de Quito, en abril del 2015.
Debió mudarse a otra vivienda, la cual arrienda porque la suya quedó inhabitable.
Chachapuya tiene una discapacidad física que le impide trabajar y, aunque los fondos de emergencia del Municipio no atienden los casos de explosiones por gas doméstico (están reservados para víctimas de desastres naturales o que estén bajo la línea oficial de pobreza), busca obtener una ayuda económica.
En el caso de los edificios que cuenten con sistema de gas centralizado, es responsabilidad de los administradores el mantenimiento correspondiente. Los ciudadanos pueden solicitar una inspección al Cuerpo de Bomberos.