En el Centro del Norte, una camioneta de los años 80 cumple con el proceso de revisión. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
A diferencia de otras dependencias cantonales, las tres oficinas de revisión técnica vehicular de la Agencia de Tránsito Municipal (ATM) de Guayaquil no presentan largas filas y congestionamiento.
En el tramo final del año, cuando está pendiente la revisión de los vehículos cuyo dígito final de la placa es 0 (noviembre) y los rezagados (diciembre), la atención en Guayaquil es normal.
Sin embargo, apenas a 15 minutos de la urbe, un intenso movimiento se ve desde la semana anterior en los terrenos de la antigua Feria de Durán.
Allí la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) abrió un nuevo punto de revisión cantonal. Se suma a los de Daule, Milagro, El Triunfo y Balzar.
En Durán calculan atender unos 500 vehículos diarios. Y al igual que en los otros cantones, donde hasta hace poco los usuarios dormían hasta dos días por un cupo para la revisión, la mayor cantidad de conductores es porteña.
“Vengo porque en Guayaquil se pierde tiempo tratando de sacar cita en la computadora”, dijo un usuario. Otro, en cambio, relató que las condiciones actuales de su camioneta no le permitirían pasar la revisión técnica “porque son más estrictos y detallistas. Acá (Durán) se revisa a simple vista”.
Para Robert Hemmerde, gerente general de la empresa SGS, concesionaria de la revisión técnica municipal, la gente tiene un miedo infundado de que no va a pasar la revisión. “Lo que hacemos es una prueba para buscar que los carros sean seguros. En otros lados puede ser que el carro no frene bien, pero igual te matriculan. Acá, si tu carro no frena el sistema lo detecta y recomienda hacer el correctivo. Muy riguroso no creo que sea la palabra, porque hemos tenido carros de los años 80, 90 y 2000 que han pasado sin problemas el proceso”.
Para el ejecutivo, la revisión se ha ido incrementando mes a mes, no en la cantidad que esperaban, pero destaca la responsabilidad de 60 000 propietarios de vehículos que han cumplido con el trámite.
“Poco más del 95% pasa la primera y segunda revisiones. Los inconvenientes más frecuentes son los desequilibrios en frenos y llantas lisas”. Los vehículos livianos se revisan en el centro norte, frente a la Terminal Terrestre.
Los buses, taxis, expresos escolares e institucionales son revisados en el sur (avenida 25 de Julio) y en la vía a Daule.
Allí la presencia, sobre todo de buses urbanos, se ha ido regularizando tomando en cuenta que ahora esas unidades, que pasan por dos controles al año, son revisadas de manera técnica lo que implica que los dueños deben hacer inversiones.
Manuel Urgilés, de la Cooperativa El Cisne, por ejemplo, debió invertir cerca de USD 1 800 con base a un listado de reparaciones que debía hacer para pasar la revisión técnica.
“En revisión dan una ‘receta’ de todas las cosas que hay que arreglar para aprobar. Creemos necesaria que se revise la tarifa para poder hacer mayores inversiones”, dijo Urgilés.
Rodolfo López, de la línea 89, indicó que para presentarse a revisión hay que invertir, pese a que cada 15 días se hace mantenimiento y cambio de aceite, tomando en cuenta que el carro rueda todo el día.
En el transporte público los mayores inconvenientes tienen que ver con frenos, llantas y aspectos visuales como pintura, logotipos, adhesivos. Esto generó malestar con los expresos escolares e institucionales.
La ATM exigía, por ejemplo, diferenciar ambas actividades, eliminar adhesivos internos e incluso los tonos de pintura. El tema fue tratado por el alcalde Jaime Nebot, y la autoridad de tránsito municipal se ha reunido con dirigentes.
Igual ocurre con los taxis pues la CTE ya no tramita permisos de un centenar de cooperativas porque esa competencia la pasaron al Cabildo.