La comunidad andina cambió su modelo económico hacia uno sustentable que determinó el cuidado del bosque nublado quiteño. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
A escasos minutos de Quito y luego de superar el paralelo 0° se encuentra Yunguilla, un valle ubicado sobre los 3 000 msnm, enclavado entre exuberantes montañas, en la última frontera del bosque nublado quiteño.
Este valle está delimitado por la Reserva del Pululahua hacia los Andes y por la Reservas de Maquipucuna y Pahuma hacia la región costanera. La organización de su comunidad recibió reconocimientos nacionales e internacionales, ya que cambió su modelo económico de talar el bosque nativo para vender madera y carbón, para volcarse al cuidado de la naturaleza y nuevos proyectos turísticos comunitarios que fueron galardonados con los premios Latinoamérica Verde, en el 2016.
Su comunidad experimentó una evolución desde 1995, cuando fueron capacitados por la Fundación Maquipucuna en un proyecto ambiental, hasta que adquirieron la finca comunitaria Tahuallullo en 1999. Formaron la Corporación Microempresarial en el 2000 y lograron la Declaratoria de Área de Conservación y Uso Sustentable en el 2013.
Desde 1999, también reciben a los turistas extranjeros en las casas de Yunguilla, para que experimenten el bosque nublado, la naturaleza del Chocó y las bondades que la tierra da.
Su último proyecto fue el restaurante, en el cual participó toda la comunidad y en el cual demoraron tres años en su construcción. Usaron la madera de desecho de la construcción del edificio de Unasur. Allí ofrecen sus sabores, con 100 años de antigüedad, como el mote mapioso.
La orquídea tigre es la más representativa flor de Yunguilla. Es la especie de epífita más común en esta región del bosque nublado quiteño. Foto: Edwing Encalada / EL COMERCIO
Según Galindo Parra, el mote se cocina desde las 17:00 del día anterior y termina su cocción a las 05:00 del día siguiente. Se usa leña “morocha” y en uno de sus procesos de preparación se añade ceniza de tulpa para que el grano del mote reviente como una flor.
“En ese momento se añade el fréjol y, luego de cocinar ambos por dos horas, adquieren un sabor diferente”, explica. El fréjol también es especial y lo denominan linteño o de “auraunaño”, ya que lo hacen reposar durante 12 meses antes de ser cocinado.
A este preparado lo acompañan con chicharrón, carne de res o chuleta a la parrilla. “No puede faltar un aguado, que es un jugo de limón-mandarina endulzado con panela”, dice.
El mote mapioso se sirve a los turistas. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Yunguilla es un valle de orquídeas. Existen 75 especies y la más llamativa es la orquídea tigre. También se hallan frutas endémicas como el chihualcán, del cual también obtienen una mermelada que venden en la comunidad, junto con los quesos que producen.
El chihualcán es una fruta endémica de Yunguilla. De este fruto se puede obtener una mermelada. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Por precios cómodos, también se puede realizar una caminata por los culuncos yumbos, observar aves, disfrutar de un tour hacia la comunidad de Santa Lucía o hacia otros senderos del bosque nublado.