El chaman tsáchila Héctor Aguavil recibe a pacientes con enfermedades causadas por el temor al terremoto. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO.
Los rituales chamánicos tsáchilas han tenido mayor acogida en las últimas dos semanas. Los vegetalistas tsáchilas ofrecen rituales relajantes y anti estresantes para las personas a las que se le alteraron los nervios luego del terremoto de 7.8 grados, del pasado 16 de abril.
Héctor Aguavil, ex gobernador tsáchila, inicia el ritual con una vela blanca, que simboliza el fuego. Sin prenderla, la esparce en el cuerpo del paciente, especialmente en las manos, brazos, espalda y cabeza.
Al prenderla, el chaman puede conocer el nivel de estrés y energía de la persona. “Un paciente sano debe tenerla en más del 80%. Depende del porcentaje el tipo de ritual que hago”.
Cuando la baja energía se debe a eventos como el terremoto, en el que por el pánico los nervios se contraen, se hace un ritual de renovación de energías.
Para empezar el ritual, el poné (chaman en tsa’fiki) debe invocar a los dioses de la naturaleza. Lo hace a través de cánticos, oraciones y el sonido de los instrumentos tsáchilas típicos como la marimba y el tambor.
Luego coloca en las manos del paciente un oráculo de cristal. “Se hace una oración y se frota de arriba hacia abajo en la palma de la mano“, señaló. Después se realiza una limpia con aguardiente, perfume tsáchila y hojas nativas. El ritual tarda más de 15 minutos.
Pero para las personas que, además de haberse asustado en el terremoto, tienen problemas familiares o laborales se deben continuar con otros rituales.
Uno de estos es el del florecimiento y endulzamiento. Primero se inicia con un baño a vapor. En la tradición tsáchila cavan un hueco sobre el terreno de los bosques, donde colocan una olla con agua caliente en la que se hierven varias especies vegetales como el romero, paico, manzanilla…
Luego, estas se aplican sobre el cuerpo de las personas en medio de rezos e invocaciones a dioses. Esta parte del ritual dura media hora. Luego se procede con el endulzamiento, en el que el olor a canela se esparce en el entorno. Es un baño con flores y esencias.
Sirve para la buena suerte, repotenciación de la energía y desinflamación del paquete de nervios, causantes de los dolores de cabeza y musculares.
Carmen Arias se realizó este ritual. Ella vive en La Concordia, pero viajó hasta Santo Domingo en tres ocasiones para hacerse los baños tsáchilas. “A raíz del terremoto quede afectada porque mi negocio se cuarteó y mi casa está inhabilitada. No podía dormir y lloraba todo el tiempo“.
Después del ritual, de casi tres horas, el ánimo de Arias mejoró. “Me siento renovada e incluso ahora agradezco que a mi familia no le pasó nada“. Según Aguavil desde el terremoto aumentaron sus pacientes. “Antes llegaban 100 al mes ahora tengo unos 180 en 15 días“.
En la comuna Peripa también se han realizado rituales, pero de forma colectiva. En Aldea Colorada se han reunido más de seis poné con sus pacientes. Ahí se han realizado rituales con rocas extraídas de los bosques tsáchilas.
Las piedras son un campo energético, que ayuda a revertir las malas vibras. En el ritual los chamanes piden a los dioses de la naturaleza que las réplicas no causen daño a más personas y que cesen los temblores.
A través de esos rituales se alivian malestares como el insomnio, dolores estomacales, de cabeza, espalda, entre otros.
Manuel Calazacón, presidente de la Asociación de Vegetalistas Tsáchilas, aseguró que los rituales no solo sirven para controlar el estrés. También ayudan a estabilizar la energía del planeta. “Luego de un evento catastrófico, el cosmos se altera y el ambiente se torna pesado. Los rituales de a poco empiezan a ayudar a que el orden se dé más rápido”.
Estos pueden hacerse en familia. Los tsáchilas incluso acuden a viviendas y negocios afectados. Los pacientes pueden utilizar pócimas relajantes elaboradas con plantas nativas o usar amuletos como collares, pulseras, llaveros, entre otros. El tratamiento completo cuesta entre USD 15 y USD 30.