Las bolsas de tela son la mejor opción para guardar los empaques y envases.
Preparar, empacar y almacenar alimentos en una lonchera puede ser para muchos una alternativa para ahorrar, para otros una opción a la comida comercial y para un grupo cada vez mayor, una alternativa para mejorar los hábitos de alimentación y ser amigable con el ambiente.
En cualquiera de los casos, es de suma importancia seleccionar recipientes adecuados, que sean duraderos, es decir que no sean desechables y que mantengan la calidad de los alimentos contenidos.
Así lo explica la ambientalista y nutricionista Gladys Montesdeoca. La experta señala que existen tres tipos de materiales con los que se fabrican estos recipientes: vidrio, acero y plástico, cada uno tiene sus ventajas y desventajas y en virtud del uso que se les dé, algunos funcionan mejor que otros.
El vidrio es uno de los materiales más ecológicos. Esto porque es de larga duración y no intercambia sabores con los alimentos.
Laura Olmedo, de Ecologistas en Acción, cuenta que la conciencia ‘verde’ es un hábito que se debe fomentar en la casa y con cosas sencillas como la lonchera. Ella madre de Pedro de 7 años y Manuela de 4. Comenta que antes de que se inicie el año escolar, la activista y sus hijos buscaron alternativas de bolsos para llevar sus alimentos a la escuela.
Para su familia, la primera opción fue reusar alguna bolsa que ya existía en casa, las de tela son una alternativa. “Con algo de creatividad y pinturas coloreamos y adornamos las loncheras con los diseños preferidos de los niños”. Pedro optó por un tipo de carro de la película Transformers y Manuela un hada sentada sobre la rama de un árbol.
Aunque un poco más trabajoso, Olmedo indica que también se pueden hacer pequeñas loncheras a partir de botellas grandes de yogur (de 3 litros). “Se dibuja la forma con un marcador, se recorta y se coloca un velcro adhesivo que servirá para abrir o cerrar la lonchera”.
En cuanto a los recipientes, se puede optar por comprar unos para todo el año escolar, incluso pueden durar para el siguiente período estudiantil.
Montesdeoca señala que el “peor material para enviar comida es el plástico”. Esto porque ese producto, en su mayoría, es débil y al usarlo en un microondas libera algunos compuestos tóxicos. Uno de ellos es el bisfenol A, que se mezcla con el alimento que los niños ingieren.
Cuando la opción es comprar, hay que fijarse que la pieza esté entera y no tenga astillas. La desventaja del vidrio es su capacidad para transferir el calor, por lo que se deben tomar las precauciones necesarias cuando se lo use en un microondas.
El segundo material ‘verde’ para enviar comida es el acero. Esto porque dura mucho más que el vidrio y no se rompe si se cae. Montesdeoca agrega que los alimentos que se guardan en contenedores de acero no intercambian el sabor de la comida.
¿Y para guardar las bebidas?, las expertas coinciden en que los termos son la mejor opción. El agua o los refrescos embotellados inducen al desecho de una gran cantidad de botellas de plástico, cuyo componente principal es el tereftalato de polietileno (PET).
El problema ambiental del PET es su disposición, ya que una vez que se convierte en residuo, es notoria su presencia en los cauces de corrientes superficiales y en el drenaje provocando taponamiento y dificultades en los procesos de desazolve (limpieza de desagüe) facilitando inundaciones; así como en las calles bosques, selvas y el océano, generando “basura”.
Una vez que se cuenta con todos los empaques y embases ecológicos, la comida que se va a despachar depende de cada familia.
En el caso de Olmedo, ella envía frutas y verduras de temporada como zanahorias “Si las combinas con una salsa, los niños las adoran”.
Estos alimentos son sembrados y cosechados por ella con la ayuda de sus hijos. Es necesario complementar el refrigerio escolar con proteínas como el queso y energéticos como pan o galletas integrales.