Las mujeres tienen más espacio en carreras vinculadas con el área mecánica, de petróleos y naval. Pero falta más impulso. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
Equiparse con botas, overoles y cascos. Ensuciarse con grasa en talleres de mecánica, taladrar placas de acero que luego serán parte de un buque o supervisar un pozo de perforación en un lejano campo petrolero del Oriente. Aunque las estadísticas no lo reflejan por completo, las mujeres están ganando cada vez más espacio en las ingenierías, un mundo tradicionalmente marcado con una etiqueta varonil.
Globalmente, un 30% de mujeres está inmersa en diferentes ramas, con marcadas diferencias por regiones: en Estados Unidos, por ejemplo, existe un 20%; China concentra a
un 35%, mientras que en Ecuador alcanzan el 10%.
Las cifras fueron analizadas por ingenieras navales, quienes contaron sus experiencias en el foro Las mujeres en el sistema de Ingeniería ecuatoriano, que fue organizado por la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).
Ser la única mujer en el salón y llegar a ser la jefa en un astillero fueron algunas de las anécdotas de María Elena Miño, quien labora en una empresa privada. “Las mujeres tenemos muchas ventajas sobre los hombres, algo que va por el instinto, por el sentido común. Tal vez la única desventaja sea la física. La fuerza bruta no la tengo, pero para eso están los hombres”, dijo, causando algunas risas -incómodas- en el auditorio.
Yesenia Calle, otra de las panelistas, se involucró en las ingenierías desde pequeña. Es la última de cinco hermanas y su padre, ebanista de profesión, esperaba un niño: “Cuando supo que era mujer ni me fue a ver a la maternidad -contó entre risas-. Pero yo lo veía trabajar con martillos y serruchos. Así que me convertí en el hombrecito que cargaba el maletín de las herramientas”. Calle labora en la Subsecretaría de Puertos y no le importa ensuciarse con grasa, si el trabajo lo amerita.
Ahora, en los laboratorios de Ingeniería Naval de la Espol, Mabel Soria y tres compañeras repiten la historia de formación de estas profesionales. En equipo realizan una prueba de estabilidad de un buque a escala, que colocaron en un tanque con agua.
“El desafío es más grande al trabajar entre hombres. Siempre nos dicen: ustedes son un niño más en la clase. Y no nos importa, porque podemos hacer lo mismo e incluso superarlos; y solo a veces necesitamos ayuda para mover algo pesado, pero nada más”, relata Soria.
En la carrera de Ingeniería en Petróleos, Dayana Serrano es también una de las pocas estudiantes. La caída del precio del crudo en estos días no le preocupa; tampoco ser una de las pocas mujeres en sus visitas de campo a los pozos de perforación de Petroamazonas, en Shushufindi, Sucumbíos.
Serrano cursa, actualmente, el último año y desde que empezó jamás pensó en las limitaciones. “Ahora que hice prácticas preprofesionales en la Refinería de Esmeraldas me encontré con mujeres líderes que tenían a su mando un sinnúmero de responsabilidades. Eso me motiva”, dice.
El informe El progreso de las mujeres del mundo 2015, levantado por ONU Mujeres, hace una evaluación 20 años después de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, donde se estableció una agenda para avanzar hacia la igualdad de género.
En áreas como la ley, el reporte indica que el avance es evidente, pues 143 países garantizan la igualdad en sus constituciones a partir del 2014, y 125 han aprobado leyes para que los lugares de trabajo sean más seguros para las mujeres, al prohibir la discriminación y el acoso sexual.
Sin embargo, la participación laboral de las mujeres se ha estancado en los últimos 25 años. “Las brechas de género son amplias y persistentes: tres cuartas partes de los hombres están en la fuerza laboral, en comparación con solo la mitad de las mujeres”.
Pero los tiempos continúan cambiando. María José Bastidas así lo cree. Cuando comenzó la carrera de Ingeniería Mecánica era una de las siete estudiantes en una promoción de 40 alumnos. Ahora es la directora del Laboratorio de Ensayos Metrológicos y de Materiales de la Espol, donde cada vez llegan más universitarias para hacer sus prácticas, en áreas dominadas por técnicas-docentes. “El mundo de las ingenierías es un reto. No solo los chicos tienen la madera para esta profesión”.