Revisar las etiquetas es una opción para conocer si el producto posee componentes naturales. Foto: Pixabay.
Bolsas de té para desinflamar los ojos. Aceite de almendras para suavizar la piel. Hojuelas de avena para exfoliar el rostro. Mascarilla de aguacate para nutrir el pelo… Una amplia variedad de frutas, flores y plantas ha sido usada desde hace miles de años en temas de belleza. Sin embargo, en los tiempos más recientes ha crecido la demanda –y oferta– mundial por cremas, tratamientos, maquillaje y toda clase de productos naturales para el cuidado corporal.
Esto va en consonancia con la tendencia al estilo de vida que busca una alimentación más sana y equilibrada con el uso cada vez menor de alimentos procesados; con la práctica del ejercicio o del yoga para buscar un mayor bienestar, y con la expansión de la conciencia de un manejo sostenible de los recursos naturales y de la protección del planeta.
“Los productos de la cosmética natural son aquellos formulados a partir de ingredientes y activos venidos de las plantas. El interés en utilizar estas se debe a que en ellas encontramos gran diversidad de moléculas que tienen una inmensa afinidad con la piel”, dice Xavier Ormancey, ingeniero químico y director de investigación y desarrollo de los laboratorios Yves Rocher, marca francesa especializada en este tipo de productos.
Esa afinidad se debe, según los estudiosos, a que todos los seres vivos tenemos un origen común que compartimos hace millones de años. Por eso el cuerpo reacciona favorablemente al consumo de frutas y legumbres: extrae sus proteínas, vitaminas, antioxidantes, etc. Algo similar hace la piel con los productos cosméticos.
Especialistas de la casa brasilera Natura, con un amplio portafolio de productos con ingredientes naturales, explican que estos pueden dividirse en cuatro clases principales. Los aceites esenciales y extractos aromáticos : son volátiles y hacen parte de las fragancias que componen los perfumes; aceites fijos: no volátiles que, en general, aportan emolientes e hidratación a la piel; extractos vegetales: una compleja mezcla de sustancias que de acuerdo con sus estructuras químicas pueden tener características antisépticas, bactericidas, hidratantes, emolientes, humectantes, cicatrizantes, entre otras; y las macromoléculas: moléculas de alto peso, consideradas polímeros naturales, como las proteínas y peptídicos, que pueden ser utilizados como modificadores de experiencia sensorial, exfoliantes, antiseñales, entre otros.
Pero que un producto mencione un ingrediente natural en su etiqueta no lo hace necesariamente ciento por ciento natural. Lo ideal es que esas moléculas o ingredientes sean activos y procesados para ser asimilados y realmente aprovechados por la piel.
“Los ingredientes naturales se obtienen a través de métodos químicos y físicos. Además de la extracción, en algunos casos estos ingredientes pasan por procesos de purificación”, comentan los expertos de Natura.
Cada empresa cosmética maneja sus técnica para esta tarea. En Yves Rocher, por ejemplo, cuentan con el principio de asimilación. “Tenemos extractos exclusivos, que como son asimilables, van a penetrar más fácilmente las capas externas de la piel, se van a difundir más a profundidad y van a ser reconocidos por las células cutáneas, y así los mecanismos de reparación, renovación, regeneración y defensa son más eficaces”, agrega Ormancey.
Los productos de la cosmética natural son aquellos formulados a partir de ingredientes y activos venidos de las plantas. Foto: Pixabay.
La naturaleza ofrece una gran variedad de productos:
Pueden llegar a miles las plantas utilizadas en belleza y cuidado personal, ya sean sus flores, frutos, tallos u hojas, que son aprovechadas gracias al conocimiento que inicialmente desarrollaron culturas ancestrales y que luego la industria comprobó y pontencializó aún más, tanto en medicamentos como en belleza. En este último sector, hay un grupo de plantas más usado. Por ejemplo, el aloe vera, que es hidratante y antiinflamtaorio; el té verde, que es antioxidante; la almendra dulce, que es nutritiva; la manzanilla, que es tranquilizante; el argán, también antioxidante.
Hay plantas de Sudamérica que también se aprovechan: guaraná, maracuyá, copoazú y sacha inchi, entre otras.
Según la dermatóloga Aída Rojas, algunos principios activos presentes en las plantas se han sintetizado para emplearlos en medicamentos y productos de belleza, por sus propiedades como las mencionadas.
Sin embargo, afirma, todos los productos cuentan con mínimo un elemento químico, como los preservantes. “Solo las mascarillas caseras son ciento por ciento natural. Lo que hay que hacer es revisar en la etiqueta qué tipo de preservantes tiene, pues hay algunos que pueden resultar irritantes para la piel”.
Vistazo a la etiqueta:
Saber que un producto cosmético y de cuidado personal es natural no es tan fácil, así que lo mejor es recurrir a marcas nacionales e internacionales con trayectoria y reconocimiento en este campo. Sin embargo, vale la pena revisar las etiquetas.
Según el Invima, es necesario que el usuario identifique los ingredientes que se enlistan en ellas, donde debe verificar que se encuentre el nombre científico del extracto o del aceite obtenido de la semilla, partes de la planta (hoja, flor, fruto, semilla, tallo y raíz), esto por cuanto algunas veces las formulaciones solo incluyen fragancias o ingredientes de origen sintético que hacen alusión al aroma, pero no necesariamente incluyen el extracto natural de las mismas.
Por ejemplo, la almendra se encontraría como ‘Almond Oil’; la sábila o aloe vera, como ‘Aaloe Barbadensis Extract; la manzanilla como ‘Chamomilla Recutita (Chamomille)’, etc.
La entidad de control de medicamentos y alimentos y aclara que la Comunidad Andina no establece que el orden de los ingredientes cosméticos sea de mayor a menor concentración, como sí lo hace la Comunidad Europea.