El líder karanki, Emilio Guamán, se encarga de distribuir las aves a nuevos priostes. Foto: Francisco Espinoza/Para EL COMERCIO
El próximo domingo 26 de junio del 2016, John Tituaña, vecino de la parroquia Ilumán, en Otavalo, (Imbabura) lucirá el traje del coraza, antiguo cacique indígena. Con la indumentaria tradicional, este kichwa encarnará al capitán de la fiesta del Inti Raymi (Fiesta del Sol, en español), de esta localidad.
La celebración andina, que se replica en la mayoría de parcialidades indígenas de la Sierra, es en agradecimiento a la Madre Tierra y al Sol por las cosechas obtenidas.
El líder irá acompañado de pajes, una especie de escoltas, y un loa. Este último, vestido de blanco, recitará alabanzas en honor a San Juan. Además, familiares y amigos se unirán al baile, que saldrá desde el centro del poblado y llegará hasta San Juan Pogyo.
En esta fuente considerada sagrada, Tituaña, uno de los cinco priostes, entregará 13 gallos.La denominada rama, con las aves atadas de las patas en un madero, es llevada por dos danzantes en hombros.
Tituaña entregará la ofrenda, devolviendo así el cuádruple de lo que recibió el año pasado. Como es costumbre en Ilumán, a uno de estos ejemplares, el prioste le corta la cabeza como una muestra de aceptación del padrinazgo. Así, igualmente, deberán hacer los nuevos priostes. De esta forma se asegura el festejo del próximo año.
La entrega de la rama de gallos es una práctica que data de la época de los huasipungos, pero ahora tiene un carácter más comunitario, explica Rocío Cachimuel, presidenta de la Federación de Pueblos Kichwas de la Sierra Norte del Ecuador (FICI).También cree que es una forma de dinamizar la economía de las familias y las comunas indígenas.
Cada persona que recibe un presente debe devolver el doble o más, en la próxima fiesta. Todo depende de cada sitio. En la comunidad de Panecillo, en el sur de Otavalo, por ejemplo, a cada prioste le entregan tres gallos y este deberá devolver 12 a los próximos líderes.
Para los kichwas de la Sierra norte este número tiene relación con los meses del año. En esta localidad, incluso, se mantiene la tradición de entregar dinero y castillos. Estos últimos están compuestos por plátanos, naranjas, panes, licor… que van colgados en una estructura de carrizo. En ambos casos, la persona que recibe debe restituir dos.
Lidia Alba, dirigente del Panecillo, señala que así obtienen los recursos para brindar la alimentación a centenas de danzantes, músicos y comuneros que asisten al festejo.
Al igual que en Ilumán, en Panecillo la celebración se efectuará el próximo domingo. El pueblo Karanki, en cambio, lo realizó la semana anterior, con una ceremonia ritual y la toma de la plaza Atahualpa, situada en el sur de Ibarra. Ahí se entregaron 32 gallos. Los priostes que iban a reponer este obsequio llegaron en grupos, bailando al ritmo de los alegres sanjuanitos.
Soraida Bedón, vecina de Turumpamba, en la parroquia de Caranqui, lo hizo junto a su esposo, padres y vecinos. Para que la tradición se mantenga, el año anterior recibió un gallo y reintegró dos. “Nos hizo falta más gallos para entregar a personas que nos solicitaban”, comentó Emilio Guamán, líder del pueblo. Explica que la participación es voluntaria. Pero, eso sí, la persona que decide asumir este compromiso debe cumplirlo. Es un asunto de honor.
Para Guamán, la rama de gallos también es una manera de dinamizar esta práctica. La relaciona con el ciclo agrícola. “Cuando uno siembra por lo general se cosecha más”.
Por eso, también se replicará al interior de 19 comunas karankis. Una de ellas es Manzano Guaranguí. José Miguel Salazar, vecino del sector, explica que cada comunidad tiene un guardián de esta tradición.