Escasez de medicinas se alivia de a poco en el IESS

La farmacia del hospital atiende a los pacientes que llegan a diario a retirar sus medicinas. Foto: Enrique Pesantes/ El Comercio

Tres meses atrás José Suárez tuvo que recorrer varias boticas en busca de Epamin, un antiepiléptico que debe tomar rigurosamente para evitar sufrir de convulsiones.
Hace dos años sufrió un golpe en la cabeza y desde entonces acude al área de Neurología del Teodoro Maldonado Carbo, del IESS en Guayaquil. Ayer (11 de diciembre), sin complicaciones, consiguió un frasco de 90 cápsulas en la farmacia del hospital.
Desde agosto pasado, la falta de fármacos era una queja frecuente entre los afiliados que asisten a esta casa de salud. Incluso sus autoridades reconocieron el déficit y anunciaron investigaciones.
Pero ayer este jueves, Melania Alcívar salió con una funda llena de medicinas. Luego de su consulta en Psiquiatría le entregaron varias cajas de ansiolíticos, que afuera superan los USD 50.
Aunque el suministro comenzó a regularizarse, los cuatro meses de desabastecimientos causaron preocupación, en especial entre quienes padecen enfermedades catastróficas. Francisca Reinoso sobrevivió al cáncer de mama pero ahora asiste al Hospital del IESS porque sufre otras dos patologías: tiene un problema hepático incurable y complicaciones reumatológicas.
Pese a sus dolencias, Reinoso dirige la Asociación de Pacientes con Cáncer Esperanza y Vida, que agrupa a unos 500 afiliados que siguen tratamientos en el Hospital Teodoro Maldonado. “Los más afectados somos los pacientes catastróficos. Si no tenemos esa medicación vamos a empeorar (…). La gente todos los días denuncia, va adonde el director, dicen que mañana ya vienen, luego afirman que la otra semana, pero nos tienen engañados”.
Solo en lo que va del año, el Área de Oncología de este hospital ha atendido a más de 19 000 pacientes. Reinoso asegura que algunos fármacos son muy costosos y muchos pacientes no pueden comprarlos fuera. “Algunos cuestan USD 400 a 600. Otros llegan a costar USD 2 000 hasta 3 000 cada caja”, comenta.
La situación es similar para Dionisio Palacio. Este jubilado de 66 años asiste a las consultas en el Área de Reumatología, porque sufre de una extraña patología degenerativa que afecta a sus articulaciones.
Durante cinco meses no halló en la farmacia del IESS las inyecciones de Humira que debe administrarse, dos cada mes. “Necesito esa medicina para no terminar en una silla de ruedas”. En el mercado, cada una puede costar hasta USD 300, según Palacio.
En junio de este año, mediante la Resolución Nº IESS-DG-2014-0031-R, el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social declaró la emergencia para la adquisición de fármacos e insumos médicos, debido a que varias unidades médicas reportaron “stock crítico o stock cero”, como indica el informe. Con esto se autorizó un gasto de hasta USD 150 millones para la adquisición -de manera urgente- de todos los medicamentos demandados.
Desde esa fecha, John Barberán divide su tiempo entre las sesiones de hemodiálisis (que recibe tres por semana en los últimos ocho años) y las visitas al despacho de la dirección del Hospital del IESS. Para los 260 pacientes de la Unidad de Diálisis del Teodoro Maldonado Carbo, uno de los problemas más frecuentes es la falta de Recormon (eritropoyetina), fármaco que impide los cuadros de anemia durante el tratamiento. Necesitan una ampolla de 5 000 unidades cada vez que se conectan a la máquina de hemodiálisis.
“En lugar de Recormon nos estaban dando un medicamento chino desde hace seis meses, para economizar. Pero no estamos de acuerdo con esa medicina. Antes de usarla, de 50 pacientes que entraban por sesión a las salas solo cuatro estaban anémicos. Ahora es al revés”, comenta Barberán.
Para suplir la falta de medicinas, las autoridades del IESS ya han comprado algunas de las medicinas y otras fueron entregadas en préstamo desde otras unidades médicas, hasta que se supla la demanda y se compren los medicamentos que el hospital requiere.
Sin embargo, desde este semana se empezará a normalizar la entrega de los fármacos, con énfasis en las personas que tienen enfermedades catastróficas. Aunque estas son más caras y se manejan por un sistema diferente al del resto de trámites de adquisiciones.
Ahora, el hospital también pasa por un momento crítico en cuanto a las cirugías gineco-obstétricas. Los quirófanos se encuentran en proceso de remodelación y aún no se conoce cuándo se los podrá reabrir. Mientras tanto, los pacientes reclaman por la demora. El hospital ofreció reagendarlos.