Las montañas son la meta de una viajera

Laguna Amarilla en el volcán El Altar, en 2017. Para llegar se debe caminar seis horas.

Desde hace cinco años, la fotógrafa ecuatoriana Gabriela Martínez, cansada de la rutina de la ciudad y de la contaminación, decidió convertirse en una viajera a tiempo completo. Desde entonces, trae recuerdos fotográficos de sus experiencias para motivar a otras personas a salir y descubrir los paisajes de la naturaleza.
Aunque la aventura y la fotografía son lo que ama ejercer, también -confiesa- se requiere de mucho esfuerzo físico y mental para este tipo de oficio. Llegar a uno de estos parajes no es tarea fácil: hay caminatas de varias horas, frío, lluvia y terrenos desafiantes. A esto se añade la pesada mochila con su equipo de campamento y los implementos fotográficos, como sus cuatro lentes y un teleobjetivo 100-400, sin olvidar el trípode.
En varias ocasiones ha pensando que no lo va a lograr, que su cuerpo no da más. “Pero estoy mentalizada. Respiro y sigo adelante”, dice Martínez, de 27 años. Ella no tiene miedo a la montaña ni a la gente con la que se pueda encontrar en el camino. ¡Más teme que le asalten sus equipos en la ciudad!
Su único miedo durante el viaje es el bienestar de su cámara Canon 7D Mark II, a la que cuida más que a sí misma. Cuando regresa a su casa, en Quito, es hora de la otra parte del trabajo, la de escoger las mejores fotografías, aquellas que puedan inspirar a otras personas a salir de su zona de confort.