Carlos Barahona, de 35 años, volverá a trabajar en septiembre. Acude a rehabilitación por un accidente de tránsito. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
El domingo 11 de febrero Carlos Barahona, de 35 años, esperaba en una parada de bus en Sangolquí. De pronto sintió un golpe y ya en el suelo, sobre la acera, vio que lo rodeaban. Oyó que decían: “llamen al 911”. Desde entonces nunca más volvió a sostenerse sobre sus dos pies para caminar.
Algunas noches aún se duerme con la imagen de una camioneta cruzándose de un carril a otro e invadiendo la vereda, sin darle oportunidad de esquivarla. Es lo último que recuerda de ese día. Al siguiente día despertó en terapia intensiva en el Hospital Carlos Andrade Marín del IESS, en Quito.
“Lloré y grité pidiéndoles que salven mi pierna derecha, que no la amputen”, relata, en el Centro de Rehabilitación Física. Sobre un asiento apoya las muletas, con las que está aprendiendo a movilizarse.
En el planeta, cada año, de 20 millones a 50 millones de personas sufren traumatismos no mortales, por accidentes de tránsito. Varios causan discapacidad, según la Organización Mundial de la Salud. Para el 2020 podrían ser la tercera causa de muerte y discapacidad. En Ecuador, los accidentes de tránsito constituyen la cuarta causa de discapacidad, física en su mayoría (ver gráfico). Antes se ubican los accidentes de trabajo, de hogar, las enfermedades y la edad.
Provincias con mayor número de casos de víctimas de accidentes en 2017. Fuente: Conadis
Lo anota Xavier Torres, presidente del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis).
Tras un accidente de tránsito, el paciente llega con politraumatismos: trauma cráneo-encefálico, que lo deja en coma; fracturas en piernas y brazos, problemas cardíacos, por impacto del corazón contra el volante por falta de ‘airbag’, explica Jaime Illánez, líder de Emergencias en el Hospital Eugenio Espejo.
Los reportes que les deja el ECU-911 dicen que con frecuencia los implicados habían consumido alcohol o sobrepasaron los límites de velocidad.
Para Illánez, de 39 años, más fotorradares y policías no son la solución. “Es cultural”. Hay quienes, anota, pitan como locos, como si así el semáforo cambie de color. Él trata las secuelas de la imprudencia.
Las víctimas comparten esa visión. “Son unos irresponsables”, comenta entre lágrimas y con rabia la madre de Jaime (nombre protegido).
Al joven, de 29 años, le amputaron la pierna izquierda hace dos semanas. Circulaba en moto desde Cumbayá hacia la Simón Bolívar, por la av. De los Conquistadores. Y una volqueta que venía en contravía impactó contra él.
En una habitación, en el área de Traumatología del Andrade Marín, cuenta que los primeros días pasó en estado de negación. “Estaba trabajando y en un segundo cambió todo, desperté sin pierna”. Pese a estar afligido, siente que Dios le dio una nueva oportunidad.
Su madre quiso llevárselo a una clínica privada, cuando tras cinco horas de operación, los médicos le pidieron autorización para la amputación.
Aún el dolor de la mujer se deja ver en forma de lágrimas. Pensé -dice- que era mejor tener un hijo sin una pierna a dejarlo morir. “Es un guerrero”.
En lo que va del año, 3 841 pacientes fueron atendidos por accidentes de tránsito en dispensarios y hospitales. Datos del Ministerio de Salud muestran que Guayas y Manabí superan las 630 víctimas. También hubo más de 100 casos en El Oro, Santo Domingo de los Tsáchilas, Azuay y Pichincha.
En la descripción de la condición se habla de motociclistas lesionados en el tránsito y por colisión con objeto fijo o estacionado, peatones lesionados por choques de autos y transporte pesado, ocupantes de vehículos, ciclistas y otros.
“Las motos generan un problema de salud pública”, apunta Henry Hernández, traumatólogo del Andrade Marín. Su colega, Fernando Padilla, señala que muchos de sus pacientes son mensajeros y repartidores de comida preparada.
A esta casa de salud, como al E. Espejo, llegan los casos más graves. En su unidad tratan a heridos con traumas de pelvis o en la médula espinal, que terminan en tetraplejía, es decir parálisis parcial o total de extremidades. Muchos vienen con fracturas en piernas y brazos, por lo que junto a cirujanos vasculares y plásticos en el quirófano tratan de salvarlos.
En algunos casos, la sangre deja de circular en piernas o brazos, maltratados por aplastamiento, por ejemplo. Para evitar que las toxinas contaminen el cuerpo y se produzca una falla renal o pulmonar, recomiendan la amputación.
El traumatólogo Padilla reitera que es un tema cultural. Hace dos meses, un paciente, le contó que perdió el control del Mazda 3 por leer un mensaje de texto. Tenía 28. Murió.