La celebración del Día del Maestro en Ecuador, muestra la gratitud de los estudiantes al conocimiento impartido por los docentes en los centros educativos, además de ser ‘padres adoptivos’ en su segundo hogar. Foto: EL COMERCIO
El 13 de abril de cada año, en Ecuador se conmemora el Día del Maestro, en la misma fecha en la que nació Juan Montalvo. Este martes 9 de abril del 2018, un equipo de EL COMERCIO visitó dos unidades educativas de Quito y escuchó las voces de chicos de diferentes niveles de educación básica y de bachillerato. Se les pidió describir a sus docentes. Agradecimiento, respeto y cariño son las primeras palabras que surgieron.
Jenny Herrera es una docente de 31 años. Al cuarto de básica asiste un niño con necesidades educativas especiales. Él -sostiene- es su motivación más grande. ¿Por qué? Le ha enseñado que con amor todo es posible. El amor –asegura– es su principal herramienta pedagógica.
“Voy a ver cuál es la fila más ordenada”, dice Herrera a sus niños de 8 años. En seguida se apresuran alineando los pupitres para sorprender a ‘la profe’. Con ella cantan, organizan sus útiles y se preparan para tomar nota.
Por el Día del Maestro Ecuatoriano, que se celebrará este sábado, Esteven Tituaña considera que sus profes merecen menos disgustos. Desde ya, aprovecha para dar las gracias a todos los docentes que ha tenido. “Ellos me han ayudado, me han dicho que estudie. Sé que eso me va a servir para alcanzar mis metas”, cuenta el niño de 9 años, de cuarto de básica.
En otra aula de la Unidad Educativa Rafael Larrea Andrade, en Quito, la docente Narcisa Riera dice a sus chicos que el mejor regalo que le pueden dar es que cumplan con las tareas y las actividades que se realizan en la clase.
Para Edi López la maestra es como su “segunda madre”. Asegura que, aunque a veces él y sus compañeros se portan mal, ella es paciente, le parece interesante esa facilidad para combinar sus clases de matemática con dinámicas fuera del aula. Eso los motiva.
De hecho, estudiantes de cuarto, séptimo, décimo de básica y de bachillerato, al ser consultados sobre lo que más destacan de sus profesores, responden que es el acompañamiento personal, incluso más que lo académico. Aunque eso no queda de lado para ellos.
“El trabajo de los profesores es enseñarnos. Pero como dicen: el colegio es nuestro segundo hogar, entonces ellos son como nuestros padres. Cada uno nos marca de forma diferente”, comenta Shamantha Guerrero, de la Unidad Educativa Santiago de Guayaquil.
Justin Carrera, de 16 años, considera que los profesores, además de encaminarlo para ser un profesional, “en un solo día cumplen el trabajo de docentes, padres adoptivos y hasta de psicólogos”.
“Un profesor es como un águila. Que cuando le cortan las alas camina, si le cortan las patas se impulsan con el pico. Pero nunca se rinden”, detalla el joven.
Camila Gómez recuerda con cariño a todos los profesores que ha tenido hasta los 16 años que cumplió. Entre todo lo aprendido, la chica cuenta que el aporte más grande que le han dado han sido los consejos. “Tienen esa capacidad de enseñarte la diferencia entre los que es bueno y lo que es malo. Lo hacen con ejemplos que solo tienen gracias a la experiencia”, comenta.