Un grupo de enfermeras recibe un homenaje. Cada 12 de mayo se recuerda el Día de la enfermera. Foto: EL COMERCIO
“Cuando noto que una enfermera recién graduada llega a mi área, le recomiendo: ‘cuida como lo harías de un familiar o de ti misma a los pacientes‘. Esta profesión nos pone en contacto permanente con el dolor de los seres humanos. Y a veces lo mejor es dar más y acercarse y hacer sentir el compromiso que tenemos por ofrecer la mejor atención”.
Lo asegura Nancy García. A sus 51 años está cumpliendo 30 años como enfermera, 27 de ellos en el Hospital Carlos Andrade Marín, del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Lleva el cabello recogido en un moño y acomodado con una cofia, un tocado de tela blanca rígida, que complementa el uniforme. Florence Nightingale usó también una de estas cofias -dice- y como si se tratara de alguien que conoció comenta que la británica (fallecida en 1910) es considerada pionera en la enfermería. Formó a un equipo de voluntarias, con quienes colaboró en la Guerra de Crimea. “La llamaban la dama de la lámpara”, relata, ya que con ese instrumento se alumbraba en los pasillos de hospitales.
En un cartel se observa una fotografía de Nightingale, en medio de una celebración que se desarrolla en esta casa de salud. Esto anticipándose al domingo 12 de mayo, cuando se conmemora el Día de la Enfermera, por el natalicio de esa mujer.
“Yo he pasado por todos los servicios hospitalarios. Algunos de alta complejidad y por tanto de mucho aprendizaje”, señala y nombra a Urgencias. “Ahí sí que se palpa el dolor de las personas. Y en muchas ocasiones hemos tenido que ayudar a un buen morir. Una se relaciona a diario con el sufrimiento”.
Nancy García es una de 1 051 enfermeras y enfermeros del Andrade Marín. De ellos, 979 son mujeres. Además hay 540 auxiliares de enfermería. Ella recuerda que en la mayoría de oportunidades, no se reconoce su labor, solamente la de los médicos, pero que ellas superan eso, con su “compromiso por servir”.
Para esta enfermera, quien escoge esta profesión sabe que su trabajo implicará sacrificios y fortaleza para sobrellevar casos difíciles. “No tenemos horarios fijos y no sabemos lo que es un feriado, por ejemplo al final de año, los 31 de diciembre. Los turnos son rotativos y tenemos que acudir a nuestro hospital, dejando de lado a la familia”.
Enseguida, Nancy recuerda que siempre ha contado con el respaldo en casa, de su esposo Johny. Está orgullosa de sus hijas. Anabel, quien con 27 años ya es magister en Sociología Política. “He aprendido de su activismo en causas a favor de los Glbti”. Y Jessica, de 24, ingeniera en negocios internacionales.
“No es suficiente poner la parte profesional, una enfermera debe ser humana”, asegura, cuando se le consulta ¿si ella también es seria, a veces brava?, queja común de algunos pacientes. Recuerda un caso, que vivió hace 10 años, con una mujer muy joven, que enfrentaba insuficiencia renal. Tenía hijos y no había esperanzas. Una mañana la encontró tan mal que le tomó de la mano y le pidió dejar todo en manos de Dios, quedarse tranquila. “Murió sosteniendo mi mano”, comenta. “Su esposo llegó y fue muy triste darle la noticia”.
Nancy García dirige el área de esterilización del Andrade Marín. Las enfermeras -dice- no solo nos encargamos de pasar el instrumental a los médicos para las cirugías. “Tenemos una formación, sabemos lo que hacemos, somos parte del equipo que permite salvar vidas y acompañar en momentos más dolorosos, en despedidas”.