Patricio y Segundo Conejo atienden su local en el Centro Comercial Artesanal. Foto: Glenda Giacometti
Un grupo de indígenas de Otavalo comercializa ponchos, blusas, faldas, suéteres, gorros de lana y varios artículos, en los mercados y plazas de Ambato y de Latacunga. Los lunes, viernes y sábados, días de feria, es común observarlos ofreciendo sus productos traídos de las fábricas y talleres artesanales de Ibarra, Otavalo y Atuntaqui, en Imbabura.
Los indígenas empacan la mercadería en fundas plásticas para promocionarla en sus recorridos por calles y avenidas de las urbes. O en sus locales arrendados en diversos sitios de la ciudad.
Virginia Velásquez tiene un local en el centro de Ambato. En un estrecho zaguán de una casa patrimonial exhibe ponchos azules, plomos, a rayas, guantes de lana, chalinas y otros elaborados con lana de borrego o de alpaca. Las prendas tienen un valor de entre los USD 20 y 50.
También, hay una variedad de blusas blancas con bordados de flores y hojas multicolores en las mangas y cuello. Asimismo las faldas, atuendos indígenas y muñecos de lana están apilados en el local.
La mujer oriunda de la comunidad Monserrat, en Otavalo, dice que hace 20 años reside en la capital de Tungurahua. El clima, la amabilidad de la gente y la oferta comercial le sedujeron para quedarse. “Mi padre, que ya falleció, me trajo a los 10 años”.
Siempre viajábamos y vendíamos las artesanías. Luego lo hacía con mis hermanos y al final venía sola y con mi familia a vender los productos hasta que decidió radicarse en la urbe”, recuerda Velásquez. Ella viste una blusa blanca bordada y dos faldas de lana sujetadas a la cintura con una faja.
En el Centro Comercial Artesanal de Ambato hay tres locales que venden vestimentas traídas de la Sierra Norte del país. En estos locales se confeccionan las alpargatas, en otra se expenden ponchos y en la última se ofrecen suéteres, pulseras de hilo, bolsos con emblemas e íconos del Ecuador y otros dibujos andinos, como las llamas.
Patricio Conejo es oriundo de la comunidad de Peguche; junto con su padre, Segundo, tienen un local donde exhiben sus artesanías. Ambos tienen el cabello largo sujeto en una trenza que identifica a esta etnia indígena del Ecuador.
El hombre, de 60 años, también conserva su tradicional vestimenta: camisa de algodón, amplios pantalones hasta la media pierna color blanco, un sombrero de fieltro de ala ancha, sandalias de tela con suela de cuerda y el tradicional poncho de lana azul oscuro. “Invertí USD 3 000 para instalar nuestro negocio. Está un poco malo por la crisis que hay en el país, pero si no se trabaja no se puede comer”, comenta Conejo.
Según el artesano, pese a que muchos han traído sus confecciones a la Sierra Centro aún no hay un grupo organizado que celebre las fiestas del Inti Raymi o del Pawkar Raymi. Por ello, deben viajar a su ciudad natal para participar de estos festejos ancestrales.
En las inmediaciones de la plaza de Santo Domingo hay varios artesanos de Otavalo que viven en Latacunga. Uno de los productos que comercializan son los ponchos. Esta prenda es muy utilizada en la temporada de las fiestas de la Mama Negra.
Laura Velásquez radica en la urbe desde hace 34 años. La mujer recordó que hace 15 elaboraban los ponchos. La artesana recuerda que la vestimenta indígena se confeccionaba manualmente. La lana era de oveja y pasaba por todo un proceso de hilado, tintura y tejido.
“El esfuerzo que se realizaba por este trabajo no era reconocido y por eso fuimos a traer la mercadería de las fábricas de Ibarra. Un mes nos demorábamos en tejer y allí lo hacen en un día”, aseguró Velásquez.
Los ponchos que aún comercializan los compran los chagras e indígenas de las comunidades Pujilí, Salcedo y Saquisilí, en Cotopaxi. También hay compradores campesinos de las haciendas de Machachi, Píllaro y Guaranda. El valor de los ponchos va desde los USD 35 hasta 50.