Leandro Raposo, uno de los ponentes magistrales del Campus Party Quito 2014, habló sobre los paradigmas de la publicidad en la época actual. Foto: Paul Rivas/ EL COMERCIO
Para ver a Leandro Raposo, creativo y ganador de más de 35 leones de Cannes, a los asistentes no les importó sentarse en el piso-copando el pasillo central- o permanecer parados. Las fallas técnicas y los largos minutos extras de espera en lugar de provocar sillas vacías sumó interesados en escuchar su charla.
El líder creativo de la agencia McCann Erickson España fue invitado a participar como ponente magistral del Campus Party Quito 2014 por ser uno de los escasos creativos de su generación que más se había adaptado al ámbito tecnológico.
Raposo, de 40 años, es ‘nativo’ de los tiempos en los que- en sus propias palabras- todavía se pagaba por las películas y se compraba un disco entero aun cuando solo una canción era de su agrado.
Empezó aclarando, antes de dedicarse a analizar y exhibir los paradigmas (situaciones de odio amor) de la comunicación y publicidad, que las personas (audiencias) tienen que ser conscientes que viven en un tiempo en el que no son ni gusanos de seda ni mariposas. Es decir, en la actualidad reina el estar en el limbo.
En adelante, el galardonado creativo, se dedicó a intercalar sus pensamientos- positivos y negativos- sobre el ámbito en el que se desenvuelve a diario y en donde sus mejores ideas cobran vida con algunos videos de sus trabajos.
Los videos, en su mayoría de una marca muy conocida de gaseosas, sirvieron para dinamizar la presentación y complementar las ideas de Raposo, el mismo que pasó de hablar de cómo enfocar la comunicación para los jóvenes, sobre las manipulaciones del mundo digital, el brief publicitario, el trato con el cliente y el manejo de los temas en la era de la conectividad hasta de cómo empezó haciendo spots de productos cuya publicidad (para él desde el punto de vista de consumidor) no entretenían.
Un ‘odiamor’ que destacó fue el de las categorías de productos con las que ningún creativo quiere trabajar cuando está en una agencia y confesó que son estas categorías no queridas las que le apasionan. “Se deba odiar algo lo suficiente como para querer cambiarlo”, aclaró.
Para ejemplificar esta circunstancia exhibió un comercial que elaboró junto a su equipo, sobre un embutido de marca española, que tuvo mucho éxito a nivel local y también uno de una marca de sopas que hizo sonreír al público.
Otro paradigma que expuso el ponente magistral del CPQ4, fue la resistencia (de las personas) y la utilidad de la tecnología para el desarrollo de productos publicitarios, para lo cual compartió un clip de la propuesta Pay Per Laugh.
Este proyecto publicitario, que buscaba cambiar el modelo de negocios de sus clientes y pensar el concepto sustentando en la tecnología, consistió en instalar en cierto teatro español un sistema de reconocimiento facial al frente de las butacas. Cada vez que el asistente reía o sonreía el mecanismo lo reconocía y sumaba cierta cantidad de dinero a una cuenta. Al final los asistentes pagaban de acuerdo a la cantidad de risas que el show había provocado.
En suma, los pensamientos, ideas, casos y ejemplos que Raposo compartió con los campuseros apuntan a una faceta de la publicidad, la que tienen más importancia en la actualidad, que no vende productos si no experiencias.