Aunque no estudió para ejercer la docencia, ser maestro lo entusiasma. Milton Conlago tiene 32 años y hace cinco años egresó de la facultad de Ingeniería Electrónica en la Escuela Politécnica Nacional. En esa época un amigo le informó sobre un trabajo a medio tiempo.
Consistía en dar clases de nivelación a estudiantes de colegios en la biblioteca Municipal.
Conlago aceptó el reto. Cambió los cuadernos por las pizarras y los bolígrafos por los marcadores de tiza líquida. La matemática y la física siempre han sido sus materias favoritas. “Y ahora poder enseñarlas. Es muy divertido y me ayuda a no perder los conocimientos”.
Las clases son gratuitas y se imparten de lunes a viernes, en dos horarios: de 10:00 a 12:00 y de 15:00 a 17:00. Es uno de los cuatro profesores de nivelación que trabajan en el lugar.
La semana pasada, Conlago daba clases de física a tres estudiantes de 5to y 6to cursos. Carolina Cuesta, de 16 años, dijo que la enseñanza que recibe es distinta a la del colegio. “El profesor se sienta junto a nosotros y nos explica todo de una manera sencilla y con paciencia”.
La joven acude a la biblioteca Municipal, localizada en la calle Espejo y García Moreno, cada vez que tiene dificultades para realizar sus tareas de matemáticas, física o química.
La estudiante del Simón Bolívar vive cerca de La Basílica. Luego de almorzar lleva todas sus inquietudes anotadas en su cuaderno para pedir ayuda a uno de los profesores.
Santiago Enríquez es estudiante de sexto curso del colegio Mejía y compartía la clase de física con Carolina Cuesta.
Para él es más complicado acudir con regularidad a la nivelación porque vive en el valle de Tumbaco, a una hora del centro de la ciudad.
Sin embargo, considera que vale la pena el sacrificio.
Enríquez se enteró de la ayuda escolar gratuita por un amigo que también acudía a este lugar.
“Lo mejor de todo es que aquí se hacen nuevos amigos”.
Ese día el estudiante del Mejía estuvo acompañado de su amigo de colegio Álex Yépez.
Ambos intentaban resolver dudas sobre física. Desde las 15:00 se instalaron en una de las mesas ubicadas en el segundo piso de la biblioteca.
Yépez afirma que acude a las clases desde hace dos años. “Con la ayuda siempre saco buenas notas en los exámenes”.
Milton Colango les ayudaba a resolver problemas sobre los sistemas de coordenadas en tercera dimensión.
Colango comparte su labor de profesor con los proyectos independientes que asesora.
“Divido mi tiempo entre las tutorías y el desarrollo de planes de mi profesión”.
Dijo que los chicos tienen predisposición para aprender.
A unos pocos metros, Santiago Masache impartía clases de matemáticas. En su grupo hay 6 estudiantes de entre 14 y 18 años.
En la pizarra tiene divididos los temas por cada alumno. Quebrados, factoreo, problemas de física, son los temas más solicitados por los estudiantes.
Masache es egresado de Ingeniería Eléctrica de la Politécnica Nacional desde hace cinco años. Durante este tiempo también se ha dedicado a la nivelación de estudiantes en la biblioteca.
Dijo que en época de exámenes, la demanda de estudiantes crece. Generalmente, según Masache, cada día reciben entre 10 y 15 estudiantes por cada profesor. En época de pruebas son más de 30.
A veces no hay suficiente espacio para todos los alumnos que llegan. “Pero se dan modos para poder recibir clases”.
Maribel Quisilema es también parte del equipo de profesores de la biblioteca. Él comentó que reciben un salario por parte del Municipio de Quito, quien lleva adelante el proyecto.
La joven tampoco pensó en ser maestra. Ahora dedica su tiempo a la docencia y a los estudios de inglés. “Compartir con los jóvenes siempre es gratificante. Ellos te lo agradecen”.
Las clases finalizan a las 17:00. Yépez, Cuesta, Enríquez y otros seis alumnos salen de la biblioteca con los deberes concluidos.