El pastor alemán reemplazará a Jacobo, un golden retriever que fue sacrificado por un tumor inoperable en el hígado. Foto: Juan Diego Buitrago / El Tiempo de Colombia, GDA
En la fría noche del viernes, Jacobo Segundo arribó a Bogotá proveniente del Valle del Cauca, su tierra natal, en una camioneta modelo 93. En sus escasos cuatro meses de vida, era la primera vez que exhibía su pelaje rubio con negro y sus patas macizas tan lejos de casa.
A punto de cumplirse una semana de su llegada, él, un pastor alemán, hijo de Xalo y Zuli, pareja de campeones internacionales, se convirtió en el relevo del heroico perro rescatista que fue despedido con honores hace un poco más de mes y medio en el comando de Bomberos de Bogotá y cuya historia conmovió al país.
Heredó el trabajo que tenía antes de morir Jacobo, el golden retriever de melena dorada que hizo parte del Grupo de Búsqueda y Rescate Animal en Emergencias (BRAE) por más de 7 años; hasta que sus compañeros tomaron la difícil decisión de someterlo a la eutanasia para evitarle el dolor que desde hacía varias semanas sentía, producto de un tumor en el hígado. Jacobo atendió emergencias, halló desaparecidos y se ganó el amor de todos los que conocían su talento.
El nuevo integrante del equipo nació el 2 de diciembre del 2014, con sus cuatro hermanos, dos hembras y dos machos. Y es Antonio José Bonilla el hombre de 84 años que desde ese momento lo cuidó, en su criadero solo de pastores alemanes.
A pesar de que su valor alcanza los 2 500 000 pesos (USD 982), lo donó a Bomberos luego de leer la nota de la muerte de Jacobo que -dice- le llegó al corazón. “Yo sé lo que vale porque es hijo de pastores campeones olímpicos. Yo no lo regalé para no embolatarme con el perro, sino porque me hace feliz. Como al resto del país, me conmovió la historia del perro que lo entregó todo. Por eso, quise hacer algo”, contó Antonio, de regreso a su ciudad, tras entregárselo a sus nuevos compañeros.
Esta vez lo que vendrá para Jacobo Segundo, además de caricias, como las que recibió el miércoles (25 de marzo) cada vez que alguien más lo conocía, serán pruebas físicas para conocer sus aptitudes frente al rescate. Como si se tratara de una emergencia, correrá entre los árboles y los obstáculos para hallar a las víctimas que, por ahora, no serán más que sus amigos.
Deberá demostrar en el campo que podrá hacerlo bien, como Jacobo, como sus padres, como al menos ocho canes que actualmente integran su nuevo grupo.
Los bomberos ya lo sienten como un integrante más de la familia y están seguros de que él será el sucesor del perro que les trajo alegrías, el mismo por el que derramaron lágrimas sobre su lomo cuando le dieron el último adiós.