La cinta de este año está fuertemente inspirada en la versión de 1991. Foto: Instagram @beautyandthebeast
Hay historias que se cuentan mil veces. La de ‘Romeo y Julieta’ no es más que una de tantas versiones del amor puro pero imposible.
‘Cenicienta’ o ‘El Patito Feo’ representan la redención tras una etapa de dolor e injusticia. ¿Cuántas veces no las hemos visto en filmes, relatos o telenovelas? ‘La Bella y la Bestia’ es otra de esas fábulas inmortales, que van y vuelven. Y sí, está de regreso.Este viernes se estrenará la nueva versión de Disney, compañía que se afana en recontar sus clásicos animados mediante películas con actores. Los resultados han sido espectaculares en lo formal, gracias a las posibilidades que otorgan las nuevas tecnologías (no es gratuito el Oscar para los Mejores Efectos Especiales que acaba de obtener ‘El Libro de la Selva’). En el fondo, es inevitable preguntarse si son necesarios estos retornos, casi calcados de obras que ya eran joyas.
‘La Bella y la Bestia’, en todo caso, siempre que es evocada, triunfa. La escritora francesa Jeanne-Marie Leprince de Beaumont es autora de la versión más famosa, escrita en 1740, cuando ya Charles Perrault había dado forma a clásicos infantiles como ‘Cenicienta’, ‘La bella durmiente’, ‘Caperucita Roja’ y ‘El gato con botas’. Perrault, como también lo harían los Hermanos Grimm, adaptó historias originalmente crudas y sangrientas a lenguajes más sencillos.
Lo mismo hizo Beaumont. Basada en un escrito de Apuleyo, un romano del siglo II, transformó la historia de ‘Cupido y Psique’ (muy enredada) en un relato de hadas.
Beaumont bosquejó los elementos básicos que todos conocemos: la hermosa y bondadosa joven, propensa al sacrificio por amor al padre, debe convivir presa junto a una bestia, feroz por fuera pero con el potencial de morir de tristeza. La moraleja es que la belleza interior es más importante y más poderosa que la exterior.
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Todo lo que ha venido después han sido variaciones, adaptaciones y relecturas, aunque el mensaje central se ha mantenido. Esto no solo en las películas que han seguido, más o menos fielmente, el relato de Beaumont. Esto también se aplica en derivados como, por ejemplo, ‘King Kong’.
El enorme simio que se enamora fatalmente de la hermosa mujer es claramente una referencia al cuento. De igual manera, ‘El fantasma de la ópera’, novela de Gastón Leroux, tiene su génesis en la contraposición de un ser de rostro deforme que se enamora de una joven hermosa. También, hay bastante de ‘La Bella y la Bestia’ en la novela ‘Nuestra Señora de París’, de Víctor Hugo, en que el jorobado Quasimodo se desvive por la cautivadora gitana Esmeralda. Todos estos monstruos son altruistas, valientes, bondadosos.
‘La Bella y la Bestia’ de 1991 fue un suceso cinematográfico por sus canciones, sus entrañables personajes y su delicado humor, matizado con elementos de drama gracias a un villano como Gastón, tan cruel como egocéntrico.
Ahí estaba claro un posicionamiento de Bella como ícono feminista, que prefiere un libro a tejer, que sueña con viajar porque no se acomoda en un pueblito rutinario, y que no se ve llena de hijos cocinando al marido. La cinta de este año está fuertemente inspirada en la versión de 1991, con elenco de lujo, efectos de ensueño y la belleza interior, intacta.