Hoy, 28 de junio del 2018, se estrena la nueva comedia de Melissa McCarthy, en la que se demuestra que nunca es tarde para la realización personal. Foto: IMDB.
La comedia que se estrena este fin de semana con el título de ‘El alma de la fiesta’ es una película familiar, no tanto por la calificación para mayores de 15 años sino mas bien por el equipo que conforman Ben Falcone y Melissa McCarthy, la pareja de esposos que arriman el hombro para sacar adelante su tercer proyecto cinematográfico en conjunto.
Ambos escriben el guion. Mientras que Falcone se hace cargo de la dirección, McCarthy posa frente a la cámara como la protagonista, interpretando a Deanna, la figura femenina de una familia convencional en la que desempeña el papel de una esposa, madre y ama de casa ejemplar.
Pero de repente, el caos irrumpe en aquel perfecto escenario, cuando su hija Maddie (Molly Gordon) se muda al campus universitario para iniciar sus estudios. Así deja la casa y su marido Dan (Matt Walsh) decide poner fin a su matrimonio con Deanna y abandonar el hogar para iniciar otra relación.
“Quería ser mamá y me gusta ser esposa, pero también quería una carrera”, dice en un momento la mujer que aplazó sus sueños para dedicarse al hogar y que, de pronto, descubre que se encuentra sola en el camino de la vida.
Es ahí donde McCarthy aplica su experiencia y talento para dar la vuelta a la situación y convertir ese impacto dramático en una experiencia humorística, cuyos episodios de comedia se van hilando y construyendo desde que toma la decisión de volver a la universidad, a la que también acaba de ingresar su hija, para completar el último año y obtener el anhelado título profesional.
Deanna intenta adoptar y revivir el espíritu universitario. Y aunque no le falta actitud, nada parece ser más disímil que una estudiante con la madurez y mentalidad de una madre, lo cual es aprovechado en cada momento para generar un conjunto de situaciones y diálogos diseñados para provocar risas –sin poder evadir ciertos clichés– entre fiestas de fraternidad, una extraña ‘roomie’ (compañera de habitación), rivalidades con las chicas populares, tareas, exámenes, ritos de iniciación y un romance con un compañero mucho más joven que ella.
Detrás de Deanna y su historia también hay un filme que habla de las segundas oportunidades que ofrece la vida, la búsqueda de la felicidad en la realización personal y que cuestiona de cierto modo los roles de género en los modelos tradicionales de la familia.
Pese al intento reflexivo, ni la fotografía, ni la música, ni los escenarios superan el convencionalismo en una cinta que entretiene pero no trasciende, y en donde McCarthy hace lo suyo y se convierte en el alma de su propia fiesta, frente a unos personajes secundarios escuetos y unidimensionales, que se ajustan a los requerimientos del libreto, sin ir más allá de la comedia simple.