Roberto Carlos ofreció un concierto en el Centro de Convenciones Simón Bolívar de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.
Casi treinta años pasaron para volver a presenciar un espectáculo íntimo, romántico y lleno de nostalgia. Las personas llegaban al Centro de Convenciones de Guayaquil, norte de la ciudad, con el único propósito de ver al ‘Rey de la Música Latina’, como se lo conoce al brasileño Roberto Carlos.
El frío de la urbe porteña no impidió que los guayaquileños acudieran con sus mejores galas al evento: todos querían regresar un momento al pasado.
A medida que pasaban las horas, la expectativa crecía y la emoción, también. Sonia y Grace Perero son dos hermanas que fueron a relajarse, olvidarse un momento de sus preocupaciones y corear las canciones del ídolo de su infancia. “Yo no me iré sin escuchar ‘Desahogo’, y haré que regrese para que me la cante”, sentenció entre risas una de ellas.
Para otros en cambio, el suceso tenía un matiz especial. Martin Ordoñez, fanático, contó que pudo ver al cantautor la última vez que se presentó en Quito. “Tenía 20 años cuando lo vi, y ahora estoy feliz de verlo aquí, en Guayaquil. Estoy contento de escucharlo en vivo después de tanto tiempo”, agregó Ordoñez, mientras sonreía y se dirigía a ocupar su asiento.
Previo a la presentación de Roberto Carlos, se presentó la vocalista cuencana Vanessa Regalado, quien amenizó el ambiente con temas de Rocío Durcal, Myriam Hernández y Yuri. Ya te olvidé, La gata bajo la lluvia, Huele a peligro y La maldita primavera, se escucharon en todo el sitio, que se llenó al 90% de su capacidad.
Hasta que la hora del show llegó. La orquesta del artista, conformada por 16 músicos, entre coros, tecladista, percusionista, guitarras eléctricas, bajo, batería, teclados y director de orquesta, abrieron el concierto con un popurrí instrumental de los éxitos del intérprete, encabezado por Amigo. Pasadas las 21:35, Roberto Carlos hizo su entrada, ataviado de una camisa celeste y traje blanco, saludó a sus fans e inició con Emociones.
Roberto Carlos ofreció un concierto en el Centro de Convenciones Simón Bolívar de Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.
Posterior a ello, el baladista felicitó a Regalado y expresó su alegría de volver a Ecuador. “Todo este tiempo de ausencia sólo me he hecho una pregunta: ¿qué será de ti? La respuesta fue una ovación general, que acompañó el tema, lanzado en 1973, en el LP ‘La Distancia’. Inmediatamente, pasó a entonar Cama y Mesa, del álbum homónimo que salió en 1983.
Su voz estaba intacta. Había logrado que el tiempo transcurriera sin hacer mella en su calidad vocal. Escucharlo en vivo, era como oírlo a través de un disco de larga duración.
El ídolo del recuerdo tomó su guitarra, y tras unos breves acordes ensayados, tocó Detalles, que arrancó más de un suspiro en la audiencia. Tras acabar su interpretación, tomó el micrófono, y prosiguió con Desahogo, un tema que recuerda que no sólo las mujeres sufren desamores.
Hubo ciertos espectadores improvisados que se ‘colaron’ en el concierto. Aprovecharon el paso peatonal ubicado frente al sitio, y desde allí pudieron observar y disfrutar de forma gratuita parte del show.
Tras una breve pausa, en la que se refirió con palabras especiales a su mamá, el vocalista trajo al escenario Lady Laura, la canción infaltable en la selección musical de cada segundo domingo de mayo.
Tras ese tema vino Mujer Pequeña y luego un espacio, que utilizó el artista para referirse a sus tres grandes placeres de la vida. “En primer lugar está el sexo con amor, en segundo, el sexo y en tercero, un buen helado”, confesó, para dar paso a Yo te propongo y Cóncavo y Convexo.
La orquesta procedió a tocar Mi cacharrito, que Roberto Carlos cantó en un marcado portugués. Al clásico de 1965, le siguió Un gato en la oscuridad, single atemporal, tarareado por los pocos niños y adolescentes que asistieron en compañía de sus padres y abuelos. Después de escuchar su el eterno ‘gato triste y azul’, que lleva a muchos a su niñez, Roberto Carlos presentó a su banda y cantó Ese tipo soy yo, En la distancia, Si el amor se va, Amigo, Jesucristo, con la que pretendía finalizar el recital.
Mas, la gente no lo dejó ir y regresó con Un millón de amigos, mientras animaba a los presentes con las palmas. Se retiró unos segundos del escenario y selló su salida con Amada Amante, que se hizo estremecer a más de una fanática. El brasileño repartió rosas entre el público y se retiró a su camerino, dejando a los guayaquileños con un grato recuerdo de un concierto lleno de detalles, en medio de sus fiestas de fundación.