La comedia es más que solo risas. Lejos de un clásico chiste está la posibilidad de criticar y analizar a la sociedad y los hechos que la van marcando.
Para Iván Ulchur, de 34 años, es una actividad divertida que permite también reírse de uno mismo. Lleva cinco años en la comedia y su recorrido no ha sido fácil. Es periodista de profesión y actualmente trabaja de ‘freelance’.
Para él, la oportunidad de subirse a un escenario y dar su opinión, entre el sarcasmo y la risa, no tiene precio. “Siempre hay nervios porque no sabes cómo va a responder el público”, revela antes de salir a la pequeña tarima del Zíngaro.
Este lugar, en La Vicentina, alberga a los comediantes cada martes, a partir de las 20:30. Es uno de los espacios en Quito que se presta para el humor con monólogos y relatos contados por personajes que van forjando su carrera en este oficio, que cada vez tiene más acogida.
El show no tiene ningún costo, pero al final se aceptan propinas. Mientras se interactúa con quienes suben al escenario, se puede disfrutar de bebidas y picadas.
Jorge Palacios tiene 34 años y también disfruta escribir todas sus rutinas de ‘stand up’. La noche del 20 de septiembre hizo alusión a la influencia de la revista Pandilla en la chispa que hoy maneja frente al público. Esa noche, Palacios, además, atrajo la atención de más de uno por una alusión a este Diario.
Le cuenta al público la dificultad de escribir un titular y la creatividad de EL COMERCIO para contar noticias en sus redes sociales.
Ulchur, en cambio, critica entre bromas a la Policía y sus acciones en diferentes escenarios recientes. La gente se ríe.
El comediante Palacios advierte que el humor puede resultar incómodo para algunas personas.
Pero la intención nunca es ofender a nadie, sino hacer reír y distraer a quienes poco a poco apoyan esta actividad.
Los jueves, el grupo de comediantes se sube al escenario del Django. Ese establecimiento se especializa en la cerveza artesanal y también da espacio a la comedia.
El grupo es unido. Se reúnen constantemente para practicar sus rutinas y compartir anécdotas que se transforman en monólogos.
El tiempo en escena es de cinco minutos para cada uno. Suele haber un límite de 10 participantes y la oportunidad para que el público interactúe con los panelistas.
Estos espacios buscan consolidarse para que los aficionados en el mundo de la comedia practiquen sus habilidades.
Finalmente, es una cita para construir ese talento que muchos creen tener. Así lo afirma el psicólogo Darío Viteri, de 36 años.
Él compartió un secreto: “Un chiste debe tener estructura”. Sumado a la actuación y elementos adicionales de cada persona, esto desencadena en un acto exitoso.
Para la comediante conocida como ‘FannyVico’, de 27 años, esta es una herramienta para compartir un mensaje importante. Ella usa sus minutos con el micrófono para poner sobre la mesa temas de género, política y sociales.
Asiste cada vez que puede a compartir con el público y sus colegas. Aunque las mujeres son minoría en ese mundo, espera que su participación le abra las puertas a otras que se animen a alzar su voz. Ulchur está feliz de que en el último par de años esta industria se empezó a posicionar.
Una productora colombiana ya está trabajando en el país para promover eventos de comedia a mayor escala. Ese país promueve estos shows en la televisión abierta, donde se han dado a conocer referentes en este espectáculo.
Las entradas para los shows grandes tienen un costo de entre USD 10 y USD 15. La gente también lo ha aceptado y los frecuentan.