Desde la mitología griega el enfrentamiento con el monstruo dentro de un laberinto supone una secuencia de suspenso, acción y cuestionamiento moral.
En 1987, la primera entrega de ‘Depredador’ mezcló esos elementos con la ciencia ficción para armar un juego de cacería. Ahora, una nueva versión del filme retoma motivos y recursos narrativos en un relato similar.
Un pelotón internacional, formado por soldados, guerrilleros y mercenarios es arrojado en un planeta desconocido. Allí enfrenta y huye de tres depredadores , brutales y con armas letales.
La ubicación de la historia en un ambiente ajeno al ser humano prepara un conflicto entre el instinto de sobrevivencia, la ley de la especie más fuerte y los valores morales de cada individuo.
Sin embargo, en la cinta el valor de cada personaje viene dado por el orden en que mueren, como entes descartables para ganar el juego. En el elenco sorprende la elección de Adrien Brody como el líder del pelotón, pues el actor no es el típico Schwarzenegger, pero construye su rol de magnetismo.
Las tomas y las coreografía de acción son bien logradas en cuanto al impacto visual. Pero los diálogos un tanto absurdos (incluso para argumentarse citan líneas de Hemingway), impide que al cinta salga de la serie B.