Abbas Kiarostami falleció en París después de una batalla contra el cáncer. Foto: Wikicommons
Fue a inicio de los años 70 cuando Abbas Kiarostami presentaba sus primeros filmes, producidos desde el departamento de cine que había creado en Kanun, un centro para el desarrollo intelectual de niños y jóvenes en su natal Irán.
Desde entonces recibió más de 30 galardones en competencias y festivales internacionales de cine; entre ellos una Palma de Oro en Cannes, en 1997, por ‘El sabor de las cerezas’. A sus 76 años, el aclamado director perdió su última batalla contra un cáncer gastrointestinal que le costó la vida este lunes 4 de julio. El director falleció en París. Su cadáver será trasladado a Irán.
La obra de Kiarostami se inscribe en el movimiento conocido como la Nueva Ola Iraní, donde fue parte de un conjunto de directores locales que marcaron un distanciamiento del canon del cine comercial occidental y orientaron sus obras hacia un estilo más realista y reflexivo.
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Locaciones y actores naturales y una profunda crítica social fueron elementos que diferenciaron a Kiarostami de otros directores, según explica el director ecuatoriano Daniel Yépez, quien conoció en persona al director en talleres de cine realizados en Colombia (2013) y España (2104).
De Kiarostami, Yépez destaca la búsqueda de historias sencillas de las que podían desprenderse grandes reflexiones. “Su trabajo con actores naturales le daba a sus películas un tono indefinido entre el documental y la ficción”, dice el realizador ecuatoriano sobre el estilo del iraní.
A lo largo de su carrera Kiarostami nunca se alejó del cortometraje como laboratorio y como espacio de exploración y juego. Al menos 18 cortos figuran entre los 44 filmes registrados en el portal IMDB. “Entre cada película hacía cortometrajes como divertimentos y exploración. Era como un niño que nunca de dejó de explorar”, señala Yépez, quien se reencontró con la necesidad de contar historias y explorar el cine desde la curiosidad y la inocencia, en los talleres que recibió con el director iraní.
Como muchos de los grandes genios Kiarostami tenía un humor bastante irónico, refiere Yépez. “Mantenía una expresión inmutable aún cuando hacía una broma. Se mostraba como un hombre maduro y seguro de sí mismo”.
En los últimos años, Kiarostami filmó sus películas fuera de Irán y además de una dura crítica social sus filmes tenían un carácter reflexivo. Para hacer un acercamiento a los inicios de su obra, Yépez recomienda el filme ‘Dónde está la casa de mi amigo’ (1987), sobre un niño que busca regresar a su amigo un cuaderno de apuntes que tomó por error, mientras que en ‘Close up’, el director iraní se acerca al “equilibrio perfecto entre el documental y la ficción”.
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