Los artistas teloneros ecuatorianos no siempre ganan

Nikki Mackliff. Foto: Cortesía EL COMERCIO

Nikki Mackliff. Foto: Cortesía EL COMERCIO

Nikki Mackliff. Foto: Cortesía EL COMERCIO

La presentación de un artista nacional como parte de un show internacional es una obligación regulada por la Ley de Defensa Profesional del Artista. Sin embargo, los artistas consultados por este Diario coinciden en que no reciben el mismo tratamiento ni las condiciones técnicas para presentar su show en este tipo de eventos.

La cultura del ‘no te pago porque es un favor’

Madbrain fue la banda local seleccionada para abrir el concierto de Metallica, el pasado 18 de marzo. Poco antes de salir al escenario, Lars Ulrich, el baterista de esta banda estadounidense, les dijo que le avisaran la próxima vez que se presenten para que Metallica sea la telonera.

A Washington Orellana, líder de Madbrain, no le parece mala idea. Sin embargo, el músico ecuatoriano recuerda otros detalles que no fueron muy gratos. En aquel concierto, organizado por Team Producciones, Orellana dice que a su grupo no le pagaron “ni un centavo” ya que, supuestamente, era una oportunidad para que se dieran a conocer.

El artículo 13 de la Ley de Defensa Profesional del Artista obliga a los empresarios que contratan a artistas extranjeros a “presentar conjuntamente, artistas nacionales”. Además, se especifica que “las remuneraciones de los artistas ecuatorianos no serán inferiores al 50% respecto de las remuneraciones pagadas al o a los artistas ­extranjeros”.

En su experiencia, Orellana dice que a las bandas nacionales que abren los conciertos no se les permite manejar las mismas condiciones técnicas que los grupos extranjeros estelares. Aquel día, al grupo ecuatoriano le hicieron rebajar la sonoridad para limitar el alcance. “Son políticas que se manejan, para no quitarle protagonismo a la banda principal”, cree.

Sebastián García, telonero de Andrés Calamaro en Quito, dice que abrir un show de un artista internacional en Ecuador, más que beneficioso para la carrera del músico nacional podría ser contraproducente. Esto -dice García- debido a las precarias condiciones técnicas a las que están condicionados.

“En lo que respecta al sonido, estás mermado frente al artista internacional”, dice García, quien sí recibió un pago por su presentación pero que tuvo que cantar sin juego de iluminación y con una pista musical de fondo.

Los artistas nacionales coinciden en que persiste una cultura en la que se cree que al telonero se le hace un favor y no es necesario pagarle.

Juan Carlos Carmigniani, apoderado de Team Producciones, considera que “el espíritu del telonero es hacerse conocer y empezar a generar trayectoria”. Por lo tanto, dice, pretender que a una banda ecuatoriana que abre un concierto se le pague el 50% de lo que gana la agrupación internacional haría que el espectáculo sea “financieramente inviable”. Según Carmigniani, la empresa sí les ha prestado todas las facili­dades a los artistas nacionales y si es que a veces no se les paga es porque “darse a conocer ya es suficiente”.

Mientras artistas locales como Nikki Mackliff o Los Kapone comparten escenario con Demi Lovato o Don Omar, también hay casos de conciertos en los que no hubo teloneros. Fito Páez (en Cuenca), Enrique Bunbury, Paul McCartney son algunos de los artistas que se presentaron en el Ecuador sin teloneros.

Consultado por este Diario sobre las razones que motivaron esta ausencia, en el caso de Páez y Bunbury, Oswaldo Román, socio de OR producciones Espectar, dice que hubo “problemas técnicos”.  Y así, la tentación de ser un telonero en Ecuador se torna en un lujo tan exquisito como peligroso.

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