‘Tal vez me imagino que de niño quisiera ser escritor, ahora ya no”, proclama el colombiano Fernando Vallejo. Provocador, irreverente y polémico, el autor que cumple 70 años mañana asegura que escribe “por molestar y por llenar un tiempo vacío”.
En varias oportunidades declaró que se despedía de la literatura, pero no cumplió. “Siempre me queda faltando un libro”, dijo recientemente en Buenos Aires y anunció‘El desastre’, obra que no se amoldará a ningún género literario. El ganador del Premio Rómulo Gallegos y del FIL de Literatura en Lenguas Romances 2011 explora en sus ficciones temas recurrentes como la violencia, la homosexualidad, las drogas, la marginalidad y la muerte.
Vive en México y tiene una relación tormentosa con Colombia, a la que siempre vuelve. “Pues los (colombianos) que se alcancen a ir, no sueñen con que se han ido, porque adondequiera que vayan, Colombia los seguirá. Los seguirá como me ha seguido a mí, día a día, noche a noche, adonde he ido, con su locura”. No se cansa de criticar su patria, por la que siente rabia y nostalgia. En 2007 renunció a su nacionalidad, aunque cuatro años después se definió como colombiano y mexicano: “Uno es del país donde nació y del país donde va a morir”.
El controvertido autor dirige su ira contra los políticos, la Iglesia y la literatura narrada en tercera persona (“siempre he escrito diciendo yo”) y también lanza dardos contra colegas como su compatriota Gabriel García Márquez (“un narrador poco original y peor prosista”) y el mexicano Octavio Paz. Logró notoriedad internacional con su novela ‘La virgen de los sicarios’ (1994), ambientada en una Medellín violenta y llevada al cine por el francés Barbet Schroeder, con guión del propio Vallejo. El hispanista belga Jacques Joset sostiene en su ensayo ‘La muerte y la gramática. Los derroteros de Fernando Vallejo’ que, con excepción de esta última novela, sus autoficciones tienen siempre algo de saga familiar.
Aunque no le interesa la familia tradicional como concepto sociológico, “la que sí le conmueve es la suya en cuanto objeto literario, a la vez enraizada en las montañas de Antioquia, metamorfoseada y reinventada en el crisol de la autoficción”. En las autoficciones, analiza Joset, “la cantaleta contra Colombia se integra con más naturalidad, ya que el género, por definición, acoge todas las ideas fijas de un ‘yo’ narrador que se autoriza todas las libertades”.
La escritora mexicana Elena Poniatowska destaca en el documental ‘La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo’ de Luis Ospina que éste “critica abiertamente, como si se lanzara al abismo”. Y el ya fallecido Carlos Monsiváis agrega: “Todo lo dice en un tono suave, tranquilo. Es una suerte de pastel envenenado”. En palabras del propio Vallejo: “Y de rencor en rencor me fui adentrando en la noche oscura del odio, donde dispersas brillaban una que otra chispita de amor. El amor, pienso yo, sólo vale así”, según escribe en ‘Los días azules’ (1985), la primera de las novelas que componen la pentalogía ‘El río del tiempo’.
El defensor a ultranza de los animales ha sido traducido a una veintena de idiomas. Apasionado por la lingüística, la lexicografía y la gramática, su primer libro es ‘Logoi, una gramática del lenguaje literario’ (1983). Le siguieron los ensayos ‘La tautología darwinista’ (1998), ‘Manualito de imposturología física’ (2005) y ‘La puta de Babilonia’ (2007), sobre los crímenes del cristianismo y el Islam. Entre 1977 y 1981 filmó tres largometrajes: ‘Crónica roja’, ‘En la tormenta’ y ‘Barrio de campeones’. “Creo que yo terminé haciendo cine porque no sabía escribir”, analiza Vallejo, quien ahora desprecia el séptimo arte como “un lenguaje muy menor”.
Sus datos básicos
El autor de ‘La virgen de los sicarios’ reside hace más de cuatro décadas en México, donde escribió la totalidad de su obra.
Nacido el 24 de octubre de 1942, es uno de los nueve hijos del político conservador Aníbal Vallejo Álvarez, y su primera vocación fue la música. Luego se licenció en biología y estudió cine.