En España la conocen como la ‘Reina del Minirrelato’. La argentina Ana María Shua (1951) es un peso pesado en habla hispana de este género de pocas palabras pero de gran capacidad para abarcar situaciones. A Guayaquil vino invitada por el espacio cultural Palabra.lab y por Gkill City. Ayer tenía previsto presentar su último libro de microficción ‘Fenómenos del circo’ (2011). Hoy, a las 20:00 en el MAAC, participa en la ‘Charla magistral en breves palabras’.
En su microcuento Los Freaks, incluido en el libro, cuenta que los críticos consideran a los microrrelatos como narraciones de máximo 25 líneas. ¿Está de acuerdo con esa regla impuesta?
Para los escritores y los lectores esta cuestión de los límites y de los géneros no tiene importancia. Me da igual que una historia tenga una página o tres líneas. La precisión para definir a los géneros solo les importa a los críticos.
Antes de sentarse a escribir, ¿qué elige primero? ¿La idea central de la historia o el formato que trabajará (microrrelato, cuento, novela)?
Primero elijo el formato. Jamás una idea que tenía pensada como microcuento se ha hecho, de repente, cuento o novela. Siempre existe una decisión previa.
¿Se le ha echado demasiadas flores al microcuento ‘El dinosaurio’, del escritor Augusto Monterroso?
En realidad, sí. Es el más conocido. Tiene el factor sorpresa y es valioso, pero creo que no explota las infinitas posibilidades que posee el microcuento.
¿Como cuáles?
Los microcuentos deberían tener significados concentrados, condensados. Los libros de microrrelatos no son de lectura rápida. Son un desafío para los lectores.
Además de la extensión, ¿cuál es la diferencia entre un microrrelato y una novela?
Leer microrrelato requiere mayor esfuerzo que una novela. Cuando uno lee una novela, una vez que entiende la trama y los personajes, puede dejar el libro a un lado y retomarlo después.
¿Y un microrrelato?
Cada microrrelato es un mundo diferente y sus significados se decodifican por separado.
El mercado editorial a escala mundial prefiere publicar novelas. ¿A qué se debe?
Justamente porque los microcuentos requieren mayor esfuerzo de los lectores. Son pocos los que los leen.
Sin embargo, en los últimos años se han escrito varios ensayos sobre la microficción.
Lo que pasa es que recién hace 20 años a los microcuentos se los conoce por su nombre. Antes entraban en la categoría de cuentos. La crítica no los descubría como un género aparte.
¿Aportó en algo la nueva denominación?
Fue como el descubrimiento de América: siempre estuvo ahí, la novedad solo fue para los europeos. Así mismo, los microcuentos siempre han estado. Pero los críticos no los habían visto.
¿Por qué decidieron definirlo como otro género?
Porque se dieron cuenta de que no se podían aplicar a los relatos breves las mismas consideraciones críticas que a los cuentos.
¿Con esto se elevó al microcuento de categoría?
Sí. Dejó de ser un subgénero del cuento.
¿Cómo surgió la idea de escribir ‘Fenómenos del circo’ e indagar en el mundo circense?
Escribí un microcuento para diario El País de España sobre magia y se me ocurrió que podía hacer muchos más. Investigué sobre el mundo circense.
Muchos microcuentos del libro, más que decir algo explícito, aluden, insinúan, y esas son características del género breve. ¿Considera en ellos a la vida como un circo?
Sí, la vida es un circo. Siempre andamos por ahí haciendo algún papel, algún tipo de malabarismo, intentando entretener a nuestros espectadores. Todos estamos vestidos con uniformes circenses, listos para el show.
En su libro escribe que los freaks (raros) de los circos necesitan más que mostrar sus deformidades: también deben realizar un show. ¿Qué necesita un microcuento además de ser corto?
Debe contener la máxima concentración de sentidos en un mínimo número de palabras.
¿Por qué decidió practicar la microficción?
Tengo una tendencia natural hacia la brevedad. De joven trabajaba en una agencia de publicidad y tenía que hacer pautas comerciales muy breves, muy concisas. Y lo hacía muy bien.
¿Los tuits de la red social Twitter son microrrelatos?
Pueden serlo siempre y cuando tengan una intensión estética. Los chistes son microcuentos orales. Los epitafios en ocasiones son microrrelatos póstumos.
HOJA DE VIDA
Ana María Shua
Su experiencia. Escritora argentina. Autora de los libros de microficción ‘La sueñera’, ‘Casa de geishas’, ‘Botánica del caos’, ‘Temporada de fantasmas’ y ‘Fenómenos del circo’. También ha escrito novelas.
Su punto de vista. Los microcuentos no son relatos de lectura rápida.Es te es un género exigente, que tiene significados muy condensados, concentrados. Entender microcuentos requiere esfuerzo.