El mercado del arte comienza a tomar fuerza en la sociedad ecuatoriana. Tan solo en los últimos cinco años, Quito ha visto el nacimiento (o apertura de sucursales) de 13 galerías para venta de obras de artistas consagrados o emergentes. En ciudades como Cuenca, Guayaquil e Ibarra también se visualiza este fenómeno, aunque en una escala menor.
Aunque varios de estos lugares reportan ingresos mensuales menores a los USD 10 000, esto representa ya un movimiento económico que da forma a las llamadas “industrias culturales” del país.
[[OBJECT]]
Sara Palacios, artista y dueña de la galería homónima, señala que estos espacios movilizan a aproximadamente 300 personas por exposición. Sin embargo, de estas, apenas el 2% son compradores de arte.
Ahora bien, uno de los problemas de este mercado es su poca comprensión en el engranaje estatal. Daniel Espinosa Ponce, de Pentasiete Art Studio, explica que es necesario que en el país se establezcan ciertos parámetros para la vente de arte, que a su vez permitan al comprador saber cuál es el precio adecuado por una obra. Para él, esta es la única forma de impedir la creación de un mercado negro, en el que una pieza termine siendo vendida a precios mucho menores de los ofertados en espacios legalmente constituidos.
[[OBJECT]]
Alejandro Romero, coleccionista local, anhela que con el florecimiento de las galerías también se inicie un mejor trato arancelario para el arte. Para él, una de las trabas al momento de comprar obras es la falta de políticas que permitan adquirirlas a precios razonables. “Si una pieza de un artista extranjero llega al país, a esta se la considera un bien de lujo y por eso hay que desembolsar grandes cantidades de dinero”, dice.
Y es que el arte sí es considerado un bien de lujo en materia de impuestos. Uno de los galeristas consultados cuenta que por ese motivo muchos de los artistas que venden sus obras en galerías optan por obtener un RUC artesanal para abaratar los costos de comercialización.
A pesar de que se comienza a generar un mercado del arte en el país, muchos artistas aún no ven a este como verdaderamente rentable. “En Ecuador las galerías de arte no viven exclusivamente de la venta de obras”, dice el artista guayaquileño José Hidalgo. Galerías como la Patricia Meier Arte-Cultura-Diseño y NoMínimo buscan salidas alternativas, organizando talleres artísticos.
Patricia Meier, propietaria de la galería que lleva su nombre, también asegura que es muy difícil pensar en una galería como una entidad económica ya que, si bien no le genera pérdidas, tampoco le proporciona ingresos abultados como para considerar a su espacio un negocio. “Yo trato de que sea un espacio cultural para la sociedad, un aporte para la educación. Esa es la riqueza que yo tengo de este lugar”, asegura Meier, quien hace seis años abrió su galería y maneja un margen que otorga el 75% de la venta al artista, mientras ella se queda con el 25% restante.
[[OBJECT]]
El artista Juan Caguana asegura que en la última exposición que hizo en la galería NoMínimo, denominada ‘Hombres diferentes y animales extraños’, en junio del año pasado, logró vender el 90% de lo ofertado. “En Ecuador estamos en la búsqueda del mercado de arte. No hay coleccionistas que valoren las obras. Es muy incipiente… Yo prefiero darle la potestad de la gestión a la galería porque tiene contactos”, cuenta Caguana. NoMínimo maneja un margen que implica quedarse con el 35% del valor de la venta de la obra. El 65% restante va al artista.
El argentino Mirko Rodic, quien posee desde 1993 una galería en Guayaquil, que lleva su nombre, maneja un contrato de exclusividad del artista, oriundo de Zaruma (El Oro), Servio Zapata. “Yo tengo la obligación de comprar todo lo que él produzca”, explica Rodic. Cada obra de Zapata cuesta, en promedio, USD 5 800. El galerista argentino las vende a un precio mayor que ese. El contrato, firmado en el 2008 y renovado cada año, también implica que Rodic debe ‘mover’ a su representado tanto nacional como internacionalmente. Producto de esas gestiones, Zapata ha participado en dos de las casas de subastas más prestigiosas del mundo: Sotheby’s, en el 2010, y Christie’s, en el 2011. Entre los dos viajes, el artista obtuvo USD 30 000 en ventas.
Una de las galerías emblemáticas del país es la cuencana Guillermo Larrazábal, que se encuentra en la Plaza de San Sebastián y cuya propietaria es Eudoxia Estrella. Ella abrió este espacio de arte en 1984.
Estrella lamenta que las galerías en el país subsistan tan solo por la pasión al arte de sus propietarios. La también acuarelista dice que gracias a que su galería funciona en la planta baja de su casa, no paga arriendo; de lo contrario los ingresos mínimos no alcanzarían para subsistir. Asegura que es muy difícil que una obra de arte se venda, pues cada vez se hacen menos exposiciones durante el año. En promedio, en este espacio, cinco artistas presentan sus obras anualmente.
[[OBJECT]]
Una situación similar ocurre en la galería In Arte Contemporáneo, de Fernando Piedra. El lugar funciona desde hace 20 años en el Centro Histórico de la capital azuaya. Este espacio de arte también funciona en una casona de propiedad de Piedra. Él está convencido que, si existiera el apoyo de las autoridades, se reactivaría el mercado del arte. El galerista dice que un promedio de 10 artistas expone anualmente en su galería. Él señala que es difícil precisar cuánto se vende porque la comercialización de las obras es escasa.
Una de los locales de reciente apertura en Cuenca es Galería Siete, que se inauguró en abril pasado. Patricio Palomeque dirige este espacio y dice que el mercado del arte en el país es mínimo y ha ocasionado el cierre de más galerías en el país. También considera que las galerías no han podido mantenerse porque hay pocos coleccionistas en el Ecuador. En ese contexto, Palomeque boga porque existan políticas culturales a favor del arte.
Artistas y galeristas del país coinciden en la necesidad de políticas culturales y económicas para que el mercado del arte constituya una verdadera fuente de ingresos. En lugares como Cuenca y Quito, varios colectivos están sumando esfuerzos para abrir circuitos de arte que incluyen recorridos por las galerías. Esperan que estos sean tomados en cuenta dentro de los planes de turismo de las ciudades.
La frase
“En este último año hubo un ‘boom’ de las galerías. Ahora el reto es cuidar el mercado en formación”
Sara Palacios Artista y galerista