El rostro está empapado de sudor. Lleva una hora riendo, cantando y bailando al ritmo de un merengue. Nancy Molina se limpia el rostro con una toalla pequeña y se mueve con gracia de un lado a otro del salón, en donde practica bailoterapia.
Cada día, en promedio, otras 30 mujeres acuden a James Danz Art, en el edificio Escorpio, frente al Banco Pichincha, en Tumbaco, para practicar esta modalidad de ejercicio. “Aquí me libero del estrés y de las preocupaciones cotidianas”, dice Molina.Santiago Tipantuña, entrenador del lugar, asegura que la bailoterapia mejora el estado físico, las malas posturas y recarga de energía. “Es muy buena para la autoestima y para vencer la timidez”.
Carla Aguilar, abogada y madre, acude con frecuencia a las clases. Lo hace antes de acudir a la oficina. Asegura que le garantiza un mejor día, pues mejora su atención y ánimos para laborar.
Quienes no tienen tiempo para bailar por las mañanas, pueden hacerlo por la noche. Eso es lo que hace Gladys Juiña, comerciante de frutas. Ella practica esta terapia desde hace seis meses y dice que ha logrado bajar 6 kilos en su peso. “Me siento mucho mejor y el precio es económico. Cuesta USD 1 la hora de clase”.
La bailoterapia combina la exigencia física y la autodisciplina del aeróbicos con el baile. Eso lo hace más lúdico. En este salón lleno de espejos se bailan desde ritmos andinos hasta salsa, merengue, cha-cha-cha y mambo.
Gloria Arcos canta mientras baila un son. Dice que así complementa la terapia, pues “me encanta la música y mover el cuerpo”.
Los niños y las personas de la tercera edad, ancianos y con algún tipo de discapacidad también participan. La cubana Dulce María, de 58 años, cubana, dijo que esto la ha ayudado a superar la muerte de su esposo. A María Coyango, de 68 años, en cambio le sirve para menguar los dolores de sus articulaciones. Su médico, luego de conocer su caso, ha recomendado a otras pacientes inscribirse en las clases.
Coyango dice que aunque disfruta de la salsa y el merengue, le gusta más que la clase sea imparta con música nacional. “Si pone aquí una tonada o un pasacalle se goza bastante”.
Tipantuña explicó que esta terapia ayuda a los adultos mayores a que compartan con otras personas; se conozcan y superen la soledad. “En una clase con pasacalles sanjuanes, tonadas, yaravís o albazos aquí se zapatea fuerte”.
Esta actividad, agrega, es un buen método para mejorar la musculatura de las piernas. Víctor Paredes, de 67 años, pidió clases particulares tras haber sido diagnosticado con Parkinson y su estado ha mejorado.