La muerte del cantautor argentino Gustavo Cerati, de 55 años de edad, puso en la palestra pública el debate en torno al riesgo de las enfermedades cerebro vasculares.
El intérprete de temas como De Música Ligera o Té para tres, sufrió una isquemia cerebral y luego un accidente cerebro vascular (ACV) en Venezuela, el 15 de mayo de 2010. Esto ocurrió al término de un concierto y desde entonces permaneció en estado de coma.
Jorge Moncayo, neurólogo especializado en enfermedades cerebro vasculares, dijo que un infarto cerebral se da cuando hay una obstrucción en alguna arteria del cerebro.
Una hemorragia cerebral, en cambio, se presenta con la ruptura de las arterias. En ambos casos, depende de la zona del cerebro y el tamaño de la herida para determinar las secuelas y una posible recuperación del paciente.
En el caso de Cerati, la reducción del flujo sanguíneo (isquemia), sumado al accidente cerebro vascular, comprometieron los sistemas que permiten que una persona se mantenga despierta. Generalmente, aseguró Moncayo, cuando una persona permanece mucho tiempo en estado de coma, son otras complicaciones las que pueden ocasionar la muerte. Por ejemplo escaras, infecciones o un ataque respiratorio, como ocurrió con Cerati.
El experto indicó que hay algunos factores de riesgo que pueden llegar a provocar accidentes cerebro vasculares. Por ejemplo, hipertensión, colesterol alto, tabaquismo y problemas cardíacos.
Según publicaciones científicas, el riesgo de padecer esta enfermedad se eleva en personas que superan los 55 años. Sin embargo, se han reportado casos de accidentes cerebro vasculares en personas de menor edad. También pueden ocurrir accidentes menores, que no son tratados a tiempo y pueden causar complicaciones.
En una investigación realizada por la Universidad de Oxford, se concluyó que casi el 70% de las personas que sufren un accidente cerebro vascular menor no reconocer los síntomas y el 30% podría retrasar la consulta médica por más de 24 horas.
Esta patología se considera menor cuando un coágulo bloquea temporalmente una arteria. Generalmente, no causan un daño permanente pero el tratamiento temprano es esencial para evitar un problema neurológico que no se pueda tratar.
Además, en muchos casos el accidente cerebro vascular menor precede a uno más grave. Los síntomas más frecuentes de un accidente cerebro vascular menor incluyen un déficit neurológico súbito que puede afectar el movimiento o la sensibilidad de un lado del cuerpo, problemas en el habla y en la visión, y confusión.
También pueden presentarse mareos, falta de equilibrio y la consecuente dificultad para moverse y caminar. A decir de Moncayo, con un estilo de vida saludable, alimentación balanceada y ejercicio físico regular se puede reducir el riesgo de sufrir este tipo de accidentes.