¿Habrán surgido en la alborada de las sociedades humanas sedentarias? Tal vez sí, porque quienes estaban en la cúspide de aquellos grupos iniciales de vida comunitaria, instintivamente requerían un entorno seguro para ejercer su rudimentario poder, y la necesidad de saber cuáles eran sus vecindades grupales. Ellos abrieron camino al espionaje como acción de acechar u observar sigilosamente. Grecia y el Imperio romano utilizaron el espionaje para su expansión territorial a través de las acciones de guerra. Lo mismo podemos decir, respecto a la Alemania hitleriana y a la Italia de Mussolini con elementos más ideológicos de tipo político que llevaron a la II Guerra Mundial. En las primeras décadas del siglo XX el periodista inglés Ian Fleming, corresponsal en Moscú y luego en Shangai con la agencia Reuters, a su regreso a Londres en 1952, creó un personaje novelesco de espionaje: James Bond.