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Yo estuve encargado de la edición de EL COMERCIO aquel viernes 13 de abril cuando el diputado Luis Almeida, en una entrevista de televisión, hizo público un dato que era un secreto a voces y que circulaba seguramente en todas las salas de redacción de los medios de comunicación ecuatorianos. Almeida dijo la mañana de aquel viernes que el padre de Rafael Correa había estado detenido en los EE.UU. por haber sido sorprendido transportando cocaína. En su aparición era evidente su intención de influir en los resultados del referéndum que se iba a realizar dos días más tarde. El domingo 15 los ecuatorianos iban a las urnas, muchos a la fuerza claro porque acá el voto es obligatorio, para pronunciarse sobre la propuesta del gobierno para convocar a una Constituyente cuyo fin era redactar una nueva constitución que, se suponía, iba a durar algo así como 300 años, según predicaban muchos de los que ahora dicen que es cosa de vida o muerte cambiarla en la consulta de este 7 de mayo del 2011.