Vestían uniforme camuflaje. Los policías estaban armados con fusiles y entraron con canes amaestrados. El jueves rastrearon talleres, patios, canchas, baños y jardineras de un colegio. La idea fue comprobar una denuncia que habían recibido sobre una supuesta presencia de drogas en el plantel.
La mochila de Alicia siempre estaba llena. Llevaba lápices, un libro de álgebra, el cuaderno de química, un borrador, pero también había sobres con heroína que consumía a diario. Las manos de la joven comenzaron a temblar cuando un policía descubrió el estupefaciente en medio de sus útiles escolares. Ocurrió a inicios de diciembre del 2014, en un operativo en colegios en el sur de Guayaquil.