San Marcos es un barrio añejo, que destila tradición. Mucha agua ha corrido por sus calles de adoquín y por sus coquetas escalinatas de piedra, que se asemejan a la que vio Jacob porque parecen llegar al cielo.
No es una exageración: la casa parroquial de San Marcos, ubicada en el Centro Histórico de Quito, se cae a pedazos. Su párroco, Tito Heredia, ha pedido ayuda desde hace dos años, pero sin resultados.