El Ecuador del 25 de diciembre de 1999 sangraba: los rezagos del feriado bancario de marzo quebraban al país y -de a poco- las maletas comenzaban a alistarse. Era -en síntesis- un año doloroso. Pero también había halos de luz. Eran casi las 12:00, cuando ‘Ratas, ratones y rateros’ -la ópera primera del cineasta Sebastián Cordero- se proyectaba por primera vez en las salas ecuatorianas.